Arte y CulturaInterés GeneralLiteratura

El uso de la figura del doble como tópico en la Literatura Infantil

Marcelo Bianchi Bustos

Dr. en Literatura Comparada y Especialista en Literatura Infantil.
Vicepresidente de la Academia de Literatura Infantil y Juvenil de la Argentina y
Director del Departamento de Literatura Infantil y Juvenil del
instituto Literario y Cultural Hispánico

             “… en el camino nos contentamos a veces con la contemplación narcisista de nuestra propia imagen en alguna forma de «espejo» para sentirnos vivos, y otras veces, deseamos transformar los límites de nuestra experiencia decepcionante construyendo un ideal soñado que nos pueda acercar a la realización de nuestra plena identidad.” (Herrero Cecilia, 2011:18)

El tema del doble, al que hace referencia la cita del epígrafe, está presente en la literatura, en especial en aquella que pertenece al género evanescente de lo fantástico, en palabras del lingüista ruso T. Todorov. Son muchos los autores a lo largo de la historia que han abordado esta temática, tanto desde el plano de lo literario como de los estudios teóricos y críticos, además de la filosofía y el arte. Esta técnica de la literatura y el arte que consiste en la duplicación, genera el efecto de convertir una cosa en dos, llevando consigo una gran paradoja: la de ser al mismo tiempo uno y otro.  Se puede leer esto en el cuento “El otro” de Jorge Luis Borges donde un Borges adulto se encuentra con uno muy joven en una fría mañana de Cambribge en 1969. El anciano, luego de reconocer a otro que es él dialoga majestuosamente consigo mismo dándose a conocer:

“ Me le acerqué y le dije:

-Señor, ¿usted es oriental o argentino?

-Argentino, pero desde el catorce vivo en Ginebra -fue la contestación.

Hubo un silencio largo. Le pregunté:

-¿En el número diecisiete de Malagnou, frente a la iglesia rusa?

Me contestó que sí.

-En tal caso -le dije resueltamente- usted se llama Jorge Luis Borges. Yo también soy Jorge Luis Borges. Estamos en 1969, en la ciudad de Cambridge.

-No -me respondió con mi propia voz un poco lejana.

Al cabo de un tiempo insistió:

-Yo estoy aquí en Ginebra, en un banco, a unos pasos del Ródano. Lo raro es que nos parecemos, pero usted es mucho mayor, con la cabeza gris” (Borges, 1989: 11).

Como advierte Molina Foix  (2007) existen distintas denominaciones con las que se puede conocer a este doble, tales como sombra, reflejo, sosia, otro yo, imagen especular, anverso, espíritu protector, yo secreto, desdoblamiento de personalidad, etc., denominaciones que muestran por su lado la gran difusión de este tópico y su abundante repercusión dentro de la literatura. Se lo puede encontrar tanto en los textos de tradición folklórica, es decir en los orales y anónimos, como en la literatura de autor, desde la antigüedad hasta el presente.

En este trabajo se tomará el tema del doble pero desde el campo de la literatura infantil pues son muchas las obras literarias en las que aparece aunque muchas veces pase inadvertido el tema para el lector o el mediador de lectura. En muchos de los cuentos de hadas de origen folklórico se observa el tema del doble, del otro en relación con el encantamiento, o lo que Bettelheim denomina el ciclo  animal-novio o animal-novia en el que las metamorfosis están presentes. Esto es lo que sucede en “El rey rana” de los Hermanos Grimm; en “La zarevna rana” de los cuentos rusos recopilados por Afanasiev en el que el zarévich desposa a una rana que termina siendo una hermosa mujer o en El lago de los Cisnes de Piotr Ilich Chaikovski basada en un cuento alemán, El velo robado, en el que Odette es transformada en un cisne. También algo similar ocurre en La Bella y la Bestia, cuya versión más conocida pertenece a Jeanne Marie Laprince de Beaumont quien la publica en 1757 en su libro de cuentos El almacén de los niños, en el que se observa ese fenómeno del doble, de la otredad en la figura de la bestia que para Bruno Bettelheim no es otra cosa que el doble, la identidad oculta del príncipe. Lo interesante es que tanto los personajes que forman parte de las diversas historias como los lectores toman a ese otro que aparece como algo posible dentro del contexto de la ficción feérica.  Ese doble encantado es posible dentro del género por la lógica que el mismo posee.

Tal vez la primera imagen que surja en el lector es Peter Pan del escritor escocés James M. Barrie cuando el niño entra a la habitación de Wendy en búsqueda de su sombra, la cual es un doble. En este caso un doble que se separa como parte de una travesura o porque, como sucede en la maravillosa adaptación que realiza en Monteiro Lobato (1953), queda atrapada dentro de una habitación cuando se cierra una ventana. También puede observarse un doble que es una sombra en el cuento de Andersen “La sombra” que narra la historia de un sabio que emigra a una zona cálida y termina siendo reemplazado por la figura de su sombra pues ésta adquiere una total independencia. Hay que considerar que estas imágenes del doble no poseen ese sentimiento de lo siniestro que es propio de las otras literaturas aunque generan un sentimiento especial frente a lo extraño, lo raro, lo distinto. Muchos de los dobles tienen que ver con los miedos pero muchos otros no, en especial dentro de la Literatura Infantil.

Los amantes de las historietas (comics) clásicos y de algunas series que acompañaron desde la niñez a millones de espectadores desde la década del 60 pueden reconocer la presencia de ese doble también materializado por medio de un disfraz o de una máscara, tal como sucede con Batman, Superman, El llanero Solitario, y otros tantos. Un simple elemento lo trasforma en otro y nadie se preocupa por el parecido pues es más importante lo que realiza en busca del bien y la verdad que el descubrir la verdadera identidad. En algunos casos como sucede con El Zorro de los estudios Disney, don Diego de la Vega simula ser quien es pues se muestra fino, delicado y pareciera que no posee ninguna destreza con las armas, pero en realidad cuando se pone el traje del zorro se transforma en otro que es todo lo contrario. Además, ese otro que está fuera de la ley y es perseguido, defiende los valores del orden monárquico en América que pretenden ser violentados por algunos traidores y los derechos de los habitantes, en especial los de los miembros de la élite demostrando de esta forma que en realidad y más allá del atuendo ese doble no deja nunca de ser quien es en realidad. 

También aparece en los cuentos y novelas el doble como la imagen del ayudante, es decir, un espíritu que acompaña, asesora o guía. Tal vez el caso más emblemático de esto sea el de Pinocho aunque una cosa es la versión del filme de Disney con Pepe Grillo como ayudante y otra muy distinta la del original de Carlo Collodi. En el capítulo IV de la novela puede leerse:

“–¡Cri, cri, cri!

–¿Quién me llama? –gritó Pinocho lleno de miedo.

–Soy yo.

Volvió Pinocho la cabeza, y vio que era un grillo que subía poco a poco por la pared.

–Dime, grillo: ¿y tú quién eres?

–Yo soy el grillo-parlante que vive en esta habitación hace más de cien años.

–Bueno –contestó el muñeco–; pero hoy esta habitación es mía; si quieres hacerme un gran favor márchate prontito y sin volver siquiera la cabeza.

–No me marcharé sin decirte antes una verdad como un templo.

–Pues dila, y despacha pronto.

–¡Ay de los niños que se rebelan contra su padre y abandonan caprichosamente la casa paterna! Nada bueno puede sucederles en el mundo, y pronto o tarde acabarán por arrepentirse amargamente.(…)

–¡Pinocho! ¡Pinocho! ¡Me das verdadera lástima!

–¿Por qué te doy lástima?

–Porque eres un muñeco, y, lo que es peor aún, porque tienes la cabeza de madera.

Al oír estas palabras saltó del suelo Pinocho muy enfurecido, y cogiendo un mazo de madera que había sobre el banco, se lo tiró al grillo-parlante.

Quizás no creía que iba a darle; pero, por desgracia, le dio en la misma cabeza, y el pobre grillo apenas si pudo decir cri, cri quedó aplastado en la pared.” (Collodi, 39 – 41).

Sin dudas la diferencia entre el original y la versión de Disney es evidente pues en el filme lo acompaña durante toda su vida desde el momento que aparece en escena. En el filme el hada al darle vida al niño de madera le otorga la conciencia a través de la figura de Pepe Grillo, siendo de esa forma una parte de él, externa pero al mismo tiempo podría ser pensado como una especie de doble. Por no oír la voz de su conciencia estuvo a punto de morir o termina convertido en un especie de burro aunque al final corrige su camino y actúa desde el deber-ser para convertirse en persona.

El grillo aparece en la obra de Collodi cuando Pinocho se queda solo y podría ser una especie a otro, tal vez su conciencia, su alter ego, que es capaz de decirle cosas que no desea escuchar. El cierre de esa relación con ese fluir de la conciencia termina siendo la muerte del pobre grillo. Ya Pinocho sin conciencia se dedica a partir del próximo capítulo a hacer todas las cosas más censurables.

Otto Rank en su trabajo clásico El doble de 1914 realiza un interesante análisis al establecer los vínculos con la propia imagen vista en el espejo y con lo que llama «la sombra» y el miedo a la muerte. También menciona dos aspectos del tema del doble: por un lado se ve el doble reflejado como sombra, es decir algo que implica una división independiente y visible del yo (esto es lo que sucede con el primer ejemplo citado de Peter pan y su traviesa sombra que se escapa de él), y por el otro lado la presencia de un planteo que tiene que ver con la existencia de dos personas físicas concretas a las que le pueden ocurrir cosas distintas, como sucede con Diego de la Vega y el Zorro, uno un hombre de bien y el otro un bandido desde la visión de los que detentan el poder.

En la literatura fantástica para niños la idea del doble se plasma además como una imagen que puede ser una sombra, un retrato, escultura, etc. Como señala Cirlot (2010) la sombra puede representar muchas veces el doble negativo del cuerpo. Para el folklore, ésta era una especie de alter ego, otro distinto al yo-original pero que es un alma.  En el siguiente poema de Marta Giménez Pastor, aparece la imagen de la sombra:

         Mi sombra

    Marta Giménez Pastor

¿Por qué será que mi sombra

no se mueve de mi lado?

¿Tendrá miedo que otro chico

se la lleve, equivocado?

Si alguna vez en la plaza, 

yo de mi sombra me olvido,

le tengo dicho a un gorrión

que me la guarde en su nido;

no vaya a ser que la noche, 

con tanta luna y rocío,

le humedezca el corazón

y se me pesque un resfrío.

A veces yo me pregunto:

¿De qué está hecha mi sombra?

¡Será tejida al crochet,

o bordada a punto sombra?

¿Será amasada con nube

o modelada con cielo?

¿O será un retrato mío

con baño de caramelo?

Mi sombra es un papelito 

de celofán, recortado,

con la forma de mi alma

siempre en silencio a mi lado.

El poema inicia con ese interrogante acerca de la permanencia de la sombra al lado del niño. También surge la posibilidad de olvidarla en algún lado, la vulnerabilidad si se pesca un resfrío. Esos miedos que tiene el yo lírico no son otra cosa que lo que Jung denomina sombra, es decir la personificación de la parte primitiva del individuo que en este caso está vinculado con los miedos. En otros casos la sombre es otro que llega para hacer compañía, tal como sucede en esta poesía de la española Gloria Fuertes:

“En las noches claras,

resuelvo el problema de la soledad del ser.

Invito a la luna y con mi sombra somos tres” (Fuertes, 1980: 78).

Esa soledad, la eterna compañera de los poetas, aquí es rota por influencia de la luna gracias a su sombra. Aparece como una auxiliadora de su soledad y pasa de ser una a ser tres en un instante.

Con la misma temática pero en el género cuento, son muchas las obras que merecen destacarse por el abordaje que hacen de la sombra. Por ejemplo en Sombras chinas de Silvia Schujer en el cual se narra un momento de miedo que vivió Oliverio, el protagonista, cuando se fue a dormir porque se había cortado la luz y recordó que un amigo le había habado de las sombras chinas. Llevó una vela a su cuarto y cuando comenzó a mover sus dedos entre la vela y la pared se proyectaron en ella las formas más diversas y extrañas que al principio lo divertían pero finalmente le terminaron causando muchísimo miedo. Un hecho más extraño ocurre aun cuando al apagarse la luz de la vela ingresó un reflejo de la luna en la habitación y asesinó a la espantosa sombra. Como señala Cristina Pizarro (2008), se observa acá como el protagonista traslada algunos aspectos negativos del yo, simbolizados en el tamaño agrandado del halcón, su carácter soberbio, a otro yo, el doble. Pero para terminar con ese temor, se da una situación externa que es esa aparición de la luz de la luna que hace desaparecer la sombra del halcón.  

Como se puede observar, en muchos de estos casos se está frente al problema del doble como el tipo de relato que produce con mayor intensidad la sensación de extrañeza, tal como lo anticipó Freud en su artículo Lo siniestro de 1919.

El doble, también se hace presente por medio de los espejos. Estos siempre inspiraron la imaginación de los escritores y son uno de los símbolos tal vez más repetidos. Se encuentran en el mito de Narciso[1] con la presencia de una analogía agua – espejo o en el célebre “Espejito, espejito” de Blancanieves o en gran cantidad de cuentos de Jorge Luis Borges cuando en El Aleph dice: “Vi interminables ojos inmediatos escrutándose en mi como en un espejo”. Como se pregunta Jean Chevallier “¿Qué refleja el espejo? La verdad, la sinceridad, el contenido del corazón y de la conciencia” (Chevallier, 2009: 533)

Este artefacto, el espejo, puede actuar al igual que un puente o un pozo, como un umbral al otro mundo, como sucede por ejemplo con Alicia a través del espejo quien lo utiliza como un pasadizo al país de Fantasía. Lewis Carroll dice que «detrás del espejo» se invierte la realidad cotidiana y al traspasarlo se puede infringir las leyes de la lógica.

En el cuento El espejo distraído de Elsa Isabel Bornemann (2019) se lee:

Queridos chicos:

En el dormitorio de la casa de mis padres había un espejo. Mejor dicho, hay un espejo, pero a mí me parece que no fuera el mismo de antes. Les voy a contar por qué: cuando yo era chica y sabía hacer cosas importantes, tales como gastar enteritas las siestas del verano corriendo tras las mariposas o dibujando con tiza en las paredes, ese espejo jugaba conmigo. Sí. Como lo oyen: jugaba conmigo. Yo me paraba frente a él y ya no estaba sola. Desde su luna brillante y ovalada me sonreía una nena muy parecida a mí que, tocándome la cabeza con una varita, lograba convertirme en dragón, humo o astronauta… Algunas veces, como era un espejo bastante distraído, me reflejaba de manera muy cómica… (Sin mi flequillo por ejemplo, o con un moño de más). Pero yo crecí, me vine grande… y mi espejo también. Por eso, aunque a veces —cuando nadie nos mira— lo visito y le hablo, él bosteza aburrido…y ya no sabe jugar.

Elsa Bornemann (o Elsy)

Como puede observarse hay mucho de fantástico este este relato en el que el espejo cobra vida para jugar con el personaje – narrador llamado Elsa Bornemann. Aquí se asiste a una idea de doble, la del narrador personaje que se llama de la misma manera que el autor, un procedimiento del cual Borges es un gran maestro. La mezcla de mundo real y ficcional crea algo que llama poderosamente la atención en el lector que lo lleva a mezclar ambos mundos. Este procedimiento lo usa también la autora en el último capítulo de la novela Cuentos a salto de canguro en el que Elsy dialoga con Bumbuky, el canguro protagonista.

Ese espejo vivo era capaz de generar las imágenes más diversas en un ambiente lúdico pero al pasar el tiempo y Elsy dejar el mundo del juego, el espejo también envejece y deja de jugar. Aquí hay un cambio al envejecer ambos separándose de este modo de El retrato de Dorian Grey de Oscar Wilde en el que solo envejece la pintura.

En el cuento La mejor luna de Liliana Bodoc aparece el tema del doble pero no con los personajes principales sino con un objeto que es el centro de deseo de Melina, la gata. Ella se pone triste cada vez que la luna desaparece y su dueño le pide a un pintor que coloque un cuadro con una hermosa luna para evitar la tristeza de la gata. Lo que se observa es que se produce una superación del objeto de búsqueda inicial luego de una actitud reflexiva por parte de la gata: “La luna está lejos y Juan está cerca. Juan es capaz de reconocerme entre mil gatas manchadas de negro. Para la luna, en cambio, yo debo ser una gata parecida a todas en un techo parecido a todos. Y aunque la luna del pintor Pedro no es tan grande ni tan redonda es la luna que me dio con amor” (Bodoc, 2007: 28). Las duplicaciones como pueden leerse son muchas pero la más importante es la de la luna que tiene su doble  por medio del cuadro que es un signo, desde la perspectiva de Peirce, una cosa que está en lugar de otra cosa para alguien en ciertos aspectos, peor que es advertido por la gata.  

Es importante pensar que ese doble del personaje o del actante, en términos de Greimas, implica una relación especial que se da entre el yo y el tú, entre el original y su doble, ya sea por medio de la sombra, del sol o de cualquiera de las múltiples modalidades que pueda tener. Ese otro yo que es el doble posee una función doble que tiene que ver con compartir y darle sentido a la existencia de cada uno de los personajes.

Muchas veces, desde la perspectiva de Juan Bargalló Carreté  (1994) la presencia del “otro” supondría reconocer nuestro propio vacío y su búsqueda intentaría llenarlo. Esto se puede observar en algunos de los ejemplos citados pero cobra una especial notoriedad en Las crónicas de Narnia del escritor anglo-irlandés C. S. Lewis pues esa vía de escape que tienen los niños muestra de qué manera llenan su vacío siendo otros distintos a los que son en el mundo de lo real.

Un caso distinto se observa en la obra El nombre de José de Lila Lardone. Aquí el gran tema del cuento es el nombre propio y la importancia que el mismo posee para la identidad de un niño. José llega a una nueva escuela y como otro niño también se llamaba José, la maestra decide llamarlo por sus dos nombres, José Miguel. Si bien para la maestra era lo mimo, para José no lo era. José Miguel era otro, no él, era un ser distinto y no le significaba nada. Por momentos sentía que era otro y a veces que era una mitad de la que era necesario separarse.

“José levanta la mano:

– Seño, ¿vio cómo me mojé?

– Si, José Miguel, espero que no te resfríes.

– No, señorita Adela. No me voy a resfriar pero me pasó algo muy raro: la lluvia me llevó la mitad del nombre. ¡Ahora sí que soy José! “(Lardone, 2010: 38).

Es interesante observar en este fragmento cómo piensa un niño y como busca la manera de eliminar a ese doble o a esa parte que no constituye su ser. En este caso desdibuja a ese doble impuesto para volver a ser él, es decir recobrar esa identidad que le fue sacada al ser nombrado de una manera distinta.

En muchas de estas obras se evidencia lo que postula Bettelheim (2000) al afirmar que el niño necesita proyectar sus conflictos, poner orden en el caos, separar de forma nítida los impulsos destructivos y el amor, aquello que quiere y también lo que odia porque le genera miedo o angustia.  

El tema del doble constituye un tópico apasionante que forma parte de la Literatura Infantil y que debe ser abordado desde la lectura en la infancia.  Como se ha visto, éste tiene múltiples aristas que posibilita que su lectura y tratamiento sea más fácil. Las interpretaciones pueden ser muchas pero más allá de ellas, lo verdaderamente importante es disfrutar del texto y pensar qué despierta en cada lector esa imagen del otro.

Referencias  bibliográficas

BETTELHEIM, Bruno: Psicoanálisis del cuento de hadas (Crítica, Barcelona, 2000),

BODOC, Liliana: La mejor luna (Norma, Buenos Aires, 2007)

BORGES, Jorge Luis: Obras completas (Emecé, Buenos Aires

BORNEMANN, Elsa: El espejo distraído  (Loqueleo, Buenos Aires, 2019).

CHEVALLIER, Jean: Diccionario de símbolos, (Herder, Barcelona, 2009)

CIRLOT, Juan Eduardo: Diccionario de símbolos (Siruela, Buenos Aires, 2010).

COLLODI, Carlo: Las aventuras de Pinocho (Galerno, Buenos Aires, 2012).

FUERTES, Gloria: Historia de Gloria (Cátedra, Madrid, 1980).

GARCÍA RIVERA, Gloria: Metáforas recurrentes en la Literatura Infantil y Juvenil (s/f)

LARDONE, Lilia: El nombre de José (Edelvives, Buenos Aires: 2010).  

MOLINA FOIX, Juan Antonio: Cuentos de dobles (Siruela, Madrid, 2007).

MOYANO, Manuel Ignacio: Las pasiones del doble: Borges y Focault – Módulo 1, (Universidad Católica de Córdoba, Córdoba, 2020). 

PIZARRO, Cristina En la búsqueda del lector infinito   (Lugar, Buenos Aires: 2008).

RANK, Otto: El doble (Orión, Buenos Aires, 1982).  

ROLDÁN, Gustavo: Juego de sombras (Colihue, Buenos Aires, 1980).  

SCHUJER, Silvia: Oliverio junta preguntas (Sudamericana, Buenos Aires, 1989).

HERRERO CECILIA, Juan: Figuras y significaciones del mito del doble en la literatura: teorías explicativas (Cédille, Revista de estudios franceses, 2011) 


[1] Se recomienda la lectura del artículo de Haydén Godoy, Víctor: Las miradas de Narciso en Revista Konvergencia. Filosofía y culturas en diálogo, N° 22, abril de 2016.

Deja un comentario