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Julio Verne, el hombre del centro de la tierra, del viaje a la luna y de los viajes submarinos

Dr. Marcelo Bianchi Bustos

Academia de Literatura Infantil y Juvenil / ILCH

La imagen con la que iniciamos el artículo corresponde al filme Viaje a la luna, una joya del cine mudo en blanco y negro dirigida por Georges Melies y estrenada en 1902. Más allá de que hay teorías de que la película se basó en una obra de H. Wells, el propio director dijo en 1930 que una de las principales influencias para hacer esa película había sido el libro De la Tierra a la Luna de Verne. Este hecho sirve para comenzar a hablar sobre este escritor y su maravilloso legado literario.

Julio Verne nació en Nantes, Francia, en 1828. Es considerado por algunos críticos el creador de la literatura de ciencia ficción (junto a Herbert George Wells) mientras que otros lo ven como un gran escritor de literatura científica. Más allá de estas discusiones entre especialistas lo que realmente importa es que su obra trascendió el paso del tiempo y que en ella muestra adelantos científicos y tecnológicos que para su época eran impensables.

En una entrevista de 1902 él dijo: «Yo simplemente he hecho ficción de aquello que posteriormente se convertiría en un hecho, y mi objetivo no era profetizar, sino difundir el conocimiento de la geografía entre la juventud» (citado por García Martín, 2019). Sin dudas, fue un visionario por el gran legado que dejó.

Además de ser uno de los creadores de la ciencia ficción, Verne creó otro género que es la distopía (también conocida como antiutopía) que es una narración que se caracteriza por presentar una sociedad futura indeseable. 

Como sucede con muchos escritores, estudio otra carrera para satisfacer el deseo paterno y se graduó en Derecho. Luego de hacerlo se dedicó a las letras. En París, además de estudiar, comenzó a vincularse con los ambientes literarios del Romanticismo y de ese modo conoce a Balzac y Víctor Hugo y se hace amigo de Alexandre Dumas (H). Los inicios como escritor fueron muy complicados y estuvieron llenos de fracasos hasta que publicó Cinco semanas en globo, una obra en la que se unen los viajes de aventura con una ciencia que aún era muy nueva, la aerostática.

Su producción literaria es muy grande y a ese primer éxito le siguieron otros. Como lo hemos caracterizado en el título de este artículo puede ser considerado el hombre del centro de la tierra, del viaje a la luna y de los viajes submarinos. Y es precisamente a estas tres obras a las que haremos referencia.

Al escribir sobre la primera de las obras los recuerdos afloran en mí. Fue el primer libro de Verne que llegó a mis manos y el que más amo pues sentí escritas y descriptas cosas que yo anhelaba, conocer el centro de la Tierra. Viaje al centro de la Tierra es una novela de 1864 en la que se narra la historia del profesor Lidenbrock que es capaz de descifrar un viejo pergamino devolviendo pacientemente su sentido a los incomprensibles signos que en él se contienen. Ese hecho lleva al profesor, a su joven sobrino Axel y al cazador Hans Bjelke hasta el centro de la Tierra que lejos de la imagen que se tienen del mismo de las distintas capaz y del magma en su centro, encuentran que está poblado de animales antediluvianos, tempestades terribles y una serie de riesgos que cautivan al lector.

¿A qué lector no le parecen atractivos estos caracteres rúnicos? ¿A quién no le gustaría descubrir el significado y adentrarse no solo en las entrañas mismas de la tierra sino también del conocimiento? Miren lo atractivo de estas escrituras:

Lo interesante de esta obra, además de lo que narra, es que Verne se trasformó en un investigador e investigó sobre geología, la mineralogía y la paleontología, valiéndose de todo el conocimiento al que tenía acceso.

Con el otro libro al que se hizo referencia, De la tierra a la Luna (1865), cuenta la historia de tres científicos aficionados que preparan la mayor proeza jamás realizada por el hombre que consiste en llegar a la Luna valiéndose de un proyectil que contenía una cabina en la que podían viajar los astronautas además de un caño gigante que los podría disparar más allá de la atmósfera. Esta anticipación en el futuro, al adelantarse un siglo a los viajes del hombre a la Luna hizo que el libro fuera un verdadero éxito. Según se dice despertó tanto la atención que Verne recibió  gran cantidad de cartas en las que se solicitaba reserva para el próximo viaje al satélite. Como este libro solo se encarga de los preparativos del viaje, cinco años más tarde completa la historia publicando Alrededor de la Luna (1870) en el que se narra apasionante el viaje.

Con Veinte mil leguas de viaje submarino (1870) no solo ingresamos como lectores en el fondo del mar sino en la historia del maravilloso Capitán Nemo y su maravilloso Nautilus. Este será el lugar en el que son alojados cerca de diez meses, después de que naufraga el barco en el que viajaban el naturalista Aronnax, su criado Conseil y el arponero Ned Land. Bajo el mar vivirán las más hermosas aventuras y podrán ver las ruinas de la mítica Atlántida, lucharán contra pulpos gigantes y hasta asistirán a un entierro marino en un cementerio de coral.

Debido no solo a su poder creador sino a un contrato que lo obligaba a escribir dos libros por año, la producción literaria de Verne es muy extensa. Algunos de sus otros títulos son:

  • Cinco semanas en globo (1863)
  • Las aventuras del capitán Hatteras (1866)
  • Los hijos del capitán Grant (1868)
  • La isla misteriosa (1874)
  • Miguel Strogoff (1876)
  • Un capitán de quince años (1878)
  • Las tribulaciones de un chino en China (1879)
  • El faro del fin del mundo (1881)
  • Dos años de vacaciones (1888)
  • Los viajes del capitán Cook (1896)

Al igual que en otras regiones del mundo, en Argentina su obra ha tenido una amplia aceptación. Si bien sus libros fueron publicados por varias editoriales, se destacan dos que estuvieron (y están, posiblemente) presentes en muchas bibliotecas. En primer lugar la de la Colección Robin Hood de editorial Acme Agency, fundada por Modesto Ederra, que comenzó su actividad en 1941 y continuó editándose hasta la década del 90. Eran versiones traducidas directamente de los originales que se vendían en libros de tapa dura de color amarillo. 

La escritora Graciela Cabal recuerda en uno de sus escritos a los libros de esta colección dando una caracterización interesante: “sus libros de aventuras -Verne, Salgari, Mark Twain- para leer en el umbral de la puerta de calle, porque era en la calle donde sucedían las cosas interesantes”. (Cabal, 2000: 23).

La otra editorial que publicó sus libros fue Atlántida en su Biblioteca Billiken. Esta colección, supervisada por Constancio C. Vigil, editó en su Colección Roja (también había colecciones de color verde, azul y dorado, cada una de ellas para distintos tipos de libros) versiones reducidas de sus obras y de otros clásicos de la Literatura Infantil y Juvenil. Esta Biblioteca de las que los libros de Verne formaban parte, comenzó a editarse en 1929 y llegó a superar los 100 títulos. Acompañando a este autor francés y sus noveles adaptadas estaban presentes Homero con su Odisea, Lucio V. Mansilla con Una excursión a los indios ranqueles, Dante con la Divina Comedia y Lauro Palma con su obra Santa Teresa de Jesús. Eran libros de tapa dura, con algunas ilustraciones y de precio moderado que posibilitaban que en muchos hogares de pocos recursos – como el mío – estuvieran presentes.

Lo que se criticaba (y critica actualmente) de esta colección es el hecho de que muchas de las obras eran adaptaciones. Entre los detractores de estas adaptaciones puede citarse a Castrillón que dice que las adaptaciones son de “buen recibo en la escuela… pues, ¿para qué si no es para ella, se atreve alguien a reducir un texto de Cervantes, de Shakespeare, Verne o de la anónima tradición que produjo la Biblia o Las mil y una noches, sugiriendo con ello que en sus obras hay algo superfluo o que lo único válido de una pieza literaria es su argumento y desalentando, por haberlas ya leído, la lectura posterior, en momentos más oportunos, de sus versiones originales?” (Castrillón, 2003: 18). De otro lado de la especialista colombiana, ubico me vos como lector y especialista para quien la lectura de una versión abreviada no fue un obstáculo para que leyera después las obras completas. 

En el ámbito educativo argentino, la obra de Verne no pasó desapercibida. En una conferencia pedagógica presentada por la docente Nieves C. Villanueva en la Escuela Presidente Roca en el año 1919 titulada “Medios para provocar y sostener la atención del niño” sostiene lo siguiente al hacer referencia a la adolescencia:

“El varón se encuentra en el periodo belicoso, por el que no pasa la mujer y de allí su afición a las lecturas de esa índole.

Debe, pues, alejársele de lo que excite más y buscarse lo afectivo, pero temperado, (desechar las lecturas de hechos de sangres vulgares, matones o moreiras) y tomar los de hechas heroicos o sencillamente meritorios: exploraciones, aventuras de viajeros, etc. Más tarde, algunas obras de Salgari, al alcance de los niños, alternadas con lecturas de carácter sentimental, como las de «Corazón» de D’ Amicis. Luego las novelas cortas de Julio Verne y utilizar el gran recurso de la lectura libre, con la que se persiguen dos propósitos: 1° Dar oportunidad a las inclinaciones del niño para que se manifieste y se produzca afecto al libro, afecto que no forma un texto, y 2° Cultivar el espíritu de curiosidad por Ia noticia periodística, pues el diario es la historia al día del mundo, y esa historia es de una utilidad inmediata indiscutible y de un poder ilustrativo que no alcanza con la misma rapidez el libro”. (El Monitor, 1919: 20).

Lo que resulta interesante es que hay una mención pero sin un interés de didactizar a los libros de Verne sino que se señala que los mismos son ideales para que formen parte de la lectura libre, de la lectura por placer.

Verne murió un 24 de marzo de 1905. Sus restos descansan en una tumba monumental en el Cementerio de La Madeleine en Amiens que fue diseñada por el escultor francés Albert Roze que denominó Hacia la inmortalidad y la eterna juventud. Este se basó en la máscara mortuoria de Verne y con ella creó una figura del escritor monumental en la que se lo observa rompiendo su lápida y levantando su brazo derecho hacia arriba como un signo de libertad. Simbólicamente podemos decir que se representa de este modo la inmortalidad junto con el tema de la resurrección.  

Solo para pensar, tal vez el escultor no sabía que Julio Verne sería inmortal en cada una de sus páginas que lo hicieron famoso. Puede no estar entre las listas de los autores más vendidos pero sin embargo tiene el mérito de haber cambiado la literatura de aventuras y la literatura fantástica. 

Importante: Para los que no lo saben y tal vez quieran leer (o releer) el libro Veinte mil leguas de viaje submarino, La vuelta al mundo en 80 días o Viaje al centro de la tierra pueden descargarlos gratuitamente (y de manera legal) en la página del Ministerio de Educación de la Argentina, ingresando en este link: https://www.argentina.gob.ar/educacion/materiales-didacticos/clasicos-universales/novelas

Referencias

Cabal, Graciela (2000) “Primera experiencias” en: El Monitor de la Educación, año 1, N° 1, julio de 2000. 

Castrillón, Silvia (2003) “Presencia de la literatura en la escuela” en: Revista Nodos y Nudos, Asociación Colombiana de Lectura y Escritura, Nº 14, enero-junio de 2003

El Monitor de la Educación Común (1919) Año 37, N° 559, julio de 1919.

García Martín, Pedro (2019) “Julio Verne, el escritor visionario” en: National geographic. Disponible en: https://historia.nationalgeographic.com.es/a/julio-verne-escritor-visionario_13488

Rodríguez Pequeño, Javier (2018) “Jules Verne: de la odisea a la ciencia ficción”, Castilla. Estudios de Literatura 9 (2018): 1-19.

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