Arte y CulturaInterés GeneralLiteraturaPortada

Teresa Suppa de Pelli y su libro: «Agonía de la escuela; mi crítica de la educación argentina»

Amanece. Los colibríes  inician  libaciones. La primavera gira alrededor de las mitologías.  Don Sol en la plaza Independencia de San Miguel de Tucumán da  cuenta  a los árboles de que   el “ Faro de Alejandría” había tenido un sueño que lo dejó abrumado. 

   En ese clima de prodigios se escucha un vigoroso llanto. Sabores de algarabía lo enmarcan.  Teresa Suppa y    Víctor Pelli celebran la llegado de su primer hijo. El calendario registra martes  12 de octubre de 1926. El santoral, Día de Nuestra Señora del Pilar. Al margen de la  celebración litúrgica la palabra pilar, del latín pila ¿No  connota columna? ¿Ese niño  habría de levantar columnas…?  

 Lejos estaban los padres, la abuela materna doña María Nieva, el abuelo  Bruno Suppa, sus otros familiares y  vecinos  de sospechar  que ese niño, inscribiría su nombre en la historia de la arquitectura mundial.  Y menos  aún, que   la madre del pequeño, ya desde aquel  memorable acto de promoción de  egresados de la Escuela Vocacional Sarmiento,  en el Salón Blanco de la Casa de Gobierno, lograría con sus palabras  sorprender  al  gobernador de la provincia   Ernesto Padilla y al doctor  Juan B. Terán.

  Es de suponer que hacia aquellas horas  se preanunciaban  los  luminosos caminos  que habría de transitar  la joven egresada  a lo largo de su dilatada e indeclinable  carrera  docente, como maestra de primer grado,   profesora de geografía,  francés,  pedagoga  en el ciclo básico y en los cursos de Magisterio de la Escuela Vocacional Sarmiento de la UNT, Inspectora de Escuelas técnico-profesionales,  Vocal del Consejo de Enseñanza Secundaria, Normal y Especial,  Vicepresidenta del mismo cuerpo en Córdoba, fundadora  del Plan de Estructuración del Primer Hogar Escuela de la Provincia de Formosa,  y así mismo como  autora de una obra casi desconocida pero de  gran trascendencia  en la historia de la educación, Agonía de la escuela  mi crítica a la educación argentina.   

Encuentro sorpresivo

Ahora bién,  ¿cómo llegó a mis manos  Agonía de la Escuela mi crítica a la educación argentina?De modo sorprendente.  El encuentro se produjo   en una biblioteca de  la ciudad de Buenos   Aires,  tras advertir  que  de uno de los estante  había caído un libro. Al recogerlo,  gran sorpresa.  Conocía a la la autora. Me  había relacionado con ella hacia los  años  iniciales  de   mi carrera  docente. Se trataba de la hermana mayor  de la señora Teodora Suppa de Bútori,  mi directora en la escuela General Lavalle de la ciudad de  Famaillá.  

Ya por aquellos años la señora de Pelli   era reconocida por su  exquisita cultura, su  cordialidad, su eros pedagógicos,   pero no por sus publicaciones.  Y menos aún  por su libro  Agonía de la Escuela, mi crítica a la educación argentina(1) publicado  en la ciudad de Córdoba en 1959,  hace ya más de medio siglo.

Hoy los invito  a leer  el Prólogo de  del mencionado   libro,  dedicado: A mis tres hijos y a mis discípulos de quienes tanto aprendí.

 ¿Empezamos?

PRÓLOGO

La crítica a la escuela es ya, entre nosotros, casi un lugar común. Se la oye en boca de especialistas y de profanos, se la encuentra en periódicos, revistas y libros, es repetido tema en discursos oficiales y en charlas de familia. Desde el Jardín de Infantes hasta la Universidad, no hay ciclo escolar que se salve del comentario desfavorable. Por lo común las criticas se lanzan sobre la función tradicional de la escuela, sobre lo que vulgarmente se considera su finalidad esencial o exclusiva: la escuela no enseña como antes, ” los chicos no aprenden nada”, “salen sin saber lo más elemental”… Otros aspectos quizás más graves aunque también más sutiles y menos ponderables (deformación de la personalidad, empobrecimiento espiritual, tergiversación de valores), son vistos con justificada alarma por los más avisados.

    ¿Qué pasa, pues, en nuestras Escuelas? ¿Son malos los planes y los programas? ¿Son deficientes los maestros y los profesores?

¿Son inepto los alumnos? ¿Son equivocados los métodos, la organización escolar, las directivas?

La autora de este libro debió hacerse estas preguntas, sin dudas, muchas veces, y desde hace muchos años. De su larga preocupación inquisitiva dan testimonio estas páginas, que se advierten nacidas de un angustioso y proficuo peregrinar a través de una realidad decepcionante en pos de soluciones urgentes y aún heroicas. No ha de extrañar, entonces, el título de este libro, ni la desazón que resuma de sus párrafos. Su autora (2) ha vivido de cerca la grave enfermedad que soporta nuestra escuela, hace el diagnóstico veraz sin concesiones a dañosos conformismos, y lanza aquí su grito de advertencia.

La pintura que ofrece es cruda y realista, pero exenta  de fatalidad. La agonía de la cual nos habla es expresión de alarma, pero no de impotencia. Junto a la descripción de los males que soporta nuestra escuela, hemos de hallar el señalamiento claro y oportuno del camino a seguir. Camino quizás difícil y largo de andar, pero ineludible. Camino orientado en síntesis, por los hitos de la vivificación y humanización de la tarea escolar ¿Qué hace falta, pues? Lo que la autora trata de insuflarnos con apasionante insistencia: un decisivo y formidable “¡manos  a la obra!”.

Si desde los más diversos ambientes se alzan hoy las voces de crítica a nuestro sistema escolar, debemos felicitarnos de que en el seno de la escuela, por la voz de una autoridad educadora que ha recogido su experiencia en la viva realidad cotidiana, se pongan de relieve los propios defectos con saludable valentía y con la clara visión del compromiso que nos toca. Los educadores conocemos bien la realidad que se expone en estas páginas. Sabemos también cuánto ha de costar remover la endurecida estructura que agobia a nuestra escuela. Sírvanos de aliento para afrontar la urgente y patriótica tarea de salvarla, el saber que contamos con espíritus fuertes y decididos, dispuestos a tomar la vanguardia señalándonos la ruta. Tal es el caso de la autora de este libro

                                                                                          ANIBAL Villaverde

 He aquí  las respuestas de su hijo.

     ¿Quién le enseñó a leer ?

     Mi madre.

  ¿Qué  recuerdos guarda de su primera infancia?

 Que nací en un ámbito muy cálido. Muy seguro.

  Cuando su madre edita Agonía de la escuela, usted contaba treinta y tres  años y vivía en los EE.UU, ¿Cómo recibió el nacimiento de esta obra?

En esa época el problema que teníamos con mi esposa era sobrevivir. Éramos muy, muy pobres.

   ¿Qué método pedagógico empleó con usted su madre?

No lo sé. Todo me parecía natural. Lo que si recuerdo es que me hizo entrar en la escuela dos años menor que mis compañeros.

   ¿Alguna anécdota de su paso por la escuela?

Como era el más chico, nadie me quería en los equipos deportivos. Y las niñas me ignoraban. Pero nada de esto me importaba.

   ¿Cómo  conceptualiza  a la  de infancia?

Estuve muy protegido en mi infancia. Por mi madre sobretodo, pero también por mi abuela y algunas tías.

    ¿El arte nos hace libres?

No sé si nos hace libre pero si expande nuestro alcance.

  Para  Teresa  Suppa de  Pelli,  “todos buscamos un espejo donde reflejarnos” ¿Cuál cree usted que era la imagen a imitar que buscaba en su infancia?

La de ella.

   ¿Cómo es su relación con la literatura?

 Me encanta leer y lo hago con avidez.

 ¿Por qué eligió ser arquitecto?

Lo elegí sin saber, pero cuando descubrí lo que significaba me enamoré de la profesión. Todavía estoy enamorado de ella.

 Según he leído su abuelo Primo Suppa lo sentaba a sus rodillas y usted le pedía que le contara cuentos. ¿Aún resuenan en su memoria alguna de aquellas historias?

Si es cierto. Mi abuelo Bruno Suppa me sentaba en sus rodillas y me contaba cuentos de su infancia.

   ¿Le  contaba cuentos a sus hijos?                                                                                                    

A mis hijos les leía. Todas las noches cuando eran niños y luego leíamos todos de sobre mesa. Así leimos La Iliada, La Odisea, La Eneida. Estos tres en dos versiones, traducidos por diferentes poetas.

De la copiosa biblioteca de su madre ¿conserva algunos ejemplares?

Desgraciadamente no. Con mi esposa, Diana Balmori nos vinimos por unos meses, con una valijita cada uno.

    ¿Qué visión tiene de la educación y que cosas cambiaría para mejorarlas?

Ya no lo sé.

¿Qué es lo que hace a un país referente en educación y tecnología?

Es más que la educación. Son las oportunidades, el apoyo, el capital, etc, etc.

  Qué le sugieren a usted las siguientes palabras: Madre. Arte. Docencia, Arquitectura, Tucumán.

Eso es toda mi vida

 Honoria Zelaya de Nader. Dra en Letras Miembro de Número de la Academia  Argentina de Literatura Infantil Juvenil. Ciudadana Ilustre de su ciudad natal Famaillá.

AGONÍA DE LA ESCUELA,  es una crítica severa, angustiosa, pero esperanzada, de alguien que pertenece a una estructura que se desploma ,  por su rígido estatismo, pero que ve claro cómo a pesar del estado agónico de su organismo despegado de la realidad, la escuela argentina se salvará mediante una metamorfosis total en el enfoque del problema y no con reformas de planes y programas, ni con reglamentaciones normativas  de  sistemas y formas de enseñar.

La línea medular de esta obra es llamar a la meditación a padres, maestros, autores de textos, autoridades educacionales, gobernantes, a fin de considerar este debilitamiento  paulatino de nuestra escuela en los tres estadios producido por un estatismo desacorde con la marcha imprevisible de la ciencia en todas sus manifestaciones.

La “economía” es fundamental para el desenvolvimiento de un país, pero si no se educa a sus habitantes conforme lo exige una Constitución que otorga iguales  deberes y derechos a todos los ciudadanos no saldremos del caos.(…)Pero el caos tendrá término si se logra crear un clima propicio entre padres, maestros, profesores y autoridades, para que juntos, y con las miras puesta en la generación que nos está sucediendo realicemos el esfuerzo que requiere el provocar este resurgimiento de algo que se va apagando pero que dentro de ese cuerpo flácido tiene un alma naciente. Morirá la escuela del  no  hacer “formadora de “repetidores” y nacerá la escuela del “hacer pensado, elaborado”, formadora de hombres y mujeres con “cabeza erguida”, responsables y equilibradas.

 Esta es una crítica para ser críticada. No pretendo imponer mis ideas , sino estimular y provocar reacciones, para que los espíritus excelentes y óptimos, elaboren y den a luz las suyas.(… )La labor es compleja; y sólo uniéndonos alma con alma, hombro con hombro, lograremos provocar el estallido de una luz nueva.

 Teresa Suppa de Pelli

 Córdoba, Argentina 1959

 De izquierda a derecha :Teresa Suppa de Pelli, Teodora Suppa, César Pelli Simonelli,  en San Miguel de Tucumán

            En el centro, el niño César Pelli,  junto a sus familiares*.

Fotos,:  gentileza de  Beatriz Bútori Suppa

Deja un comentario