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Domingo de Azcuénaga, el primer fabulista argentino en la prensa escrita

Visión histórica. El deseo de difundir noticias, tan antiguo como la raza humana, ha dado lugar desde tiempos remotos a distintos medios de difusión, a medida que las sociedades iban alcanzando distintos grados de civilización. En el año 449 a. C. cuando el Senado romano deposita un informe oficial en el templo de Ceres y se producen copias para su distribución, se estaba plantando la semilla del periodismo.

Entre otros antecedentes se considera como una de las primeras manifestaciones periodísticas las tablillas blancas (álbum) con noticias, que en el año 60 a. C. Julio César ordenó colocar en el foro. Así mismo los informes que en la Edad Media transmitían los mercaderes en sus viajes o la costumbre iniciada en Venecia de redactar noticias manuscritas para venderlas a los comerciantes y a los hombres de gobierno, hasta la invención de la imprenta y la aparición de los primeros periódicos europeos como el Notizzie Scritte (1566) y La Gazette (1570), ambos en Venecia, mucho es lo transitado. En esta evolución tuvo gran influencia la obligatoriedad de la escuela primaria.

Para buscar los orígenes de la prensa y su influencia en las lecturas que tenían a su alcance los niños, no es mucho lo que hay que espigar. Basta considerar la posibilidad de acceso que este género ofrecía para inferir influencias. Una influencia evidente a través de los bandos medievales o los documentos religiosos publicados por las autoridades eclesiásticas con motivo de determinadas celebraciones. Ya más cercanos en el tiempo y en la geografía, están los partes de guerra que el Gral. Belgrano publica en Tucumán en 1817 en el Diario Militar del Ejército Auxiliar de la Campaña del Alto Perú.

 Tucumán tuvo el privilegio de ser la primera provincia del interior del país que edita un periódico. Nos permitimos  inferir deletreos, sueños y fantasías en aquellas páginas cuando éstas caían en las manos delos más pequeños

¿Qué otras posibilidades lectoras tenían los niños de familias de escasos recursos hacia aquellas épocas que estas hojas impresas?

Por cierto que en la actualidad hay diferentes concepciones acerca del valor de la lectura cumplida con materiales de la prensa, pero es innegable que conforman productos de la cultura de masas y sería impropio desconocer la influencia de la prensa dentro de la historia de la literatura infantil.

 Los ejemplos a nivel mundial son rotundos. Pinocho aparece por primera vez en el Giornale per i bambini el 7 de julio de 1881. ¿Qué hace Martí con La Edad de Oro? Redacta la revista literaria infantil en 1899 como publicación mensual “de recreo e instrucción dedicada a los niños de América”. En España los dos periódicos infantiles de los que se tiene referencia completa son Gazeta de los Niños (1798-99), de Josep y Bartolomé Canga Argüelles y Minerva de la Juventud (1833-36) de Juan Ballesteros. Claro está que en ellas se encuentra una pesada información científica, histórica y geográfica y enfoques moralizantes y, en muy escasa proporción, algún ameno relato recreativo, pero sí con muy cuidadas ilustraciones.

Dentro de este período una publicación destacable es la que lleva el título de Los Niños.

Aportes de El Telégrafo Mercantil.

Debemos señalar que la literatura infantil empieza a ingresar en las escuelas gracias a ciertos autores de libros escolares. Señalar también que en muchos de ellos no se había trazado de manera definitiva la insoslayable frontera entre didactismo y literatura.  El ingreso de la literatura infantil a las aulas  era lento y tímido, salvo el caso del libro Suelo Natal de Horacio Quiroga, más es insoslayable no  señalar que la literatura infantil escrita en nuestro país se inicia con acentos didácticos en la prensa.

Y en este etapa se yerguen las creaciones de Domingo de Azcuénaga  en el Telégrafo Mercantil.

El Télegrafo Mercantil durante  1801 y 1802, publica marcadas por la sátira las Fábulasde Domingo de Azcuénaga (1758-1821).

 ¿Cuál era el objetivo didáctico-moralizante de Domingo de Azcuénaga?

 Le preocupaba difundir cuadros de época a fin de anular inhibiciones y nutrir prédicas de valores y anhelos de dignidad ciudadana como escapes naturales. Pero he aquí, que más allá de ese didactismo literario dieciochesco, al estar impregnados los textos de ritmo poético, de humor, de sentido estético, de historias en las que reinaba  lo imaginario, la prensa  conquistaba  a la infancia de la época.

 En la edición del 16 de septiembre de 1801: T. 2 N°14; 16  leemos:

El mono enfermo

Cuentan que en Tetuán le sobrevino,
Una noche a las doce, a un mono herrero,
Por boca y narices,
Un vómito de sangre repentino,
Tan fuerte, que dos monos aprendices,
Salieron en camisa, y sin sombrero,
Por médico volando,
Quedándose con él, en la herrería,
Una mona, aguardando
Al término fatal de su agonía.
Los dos monos hicieron
Muy bien la diligencia; pero fueron
Sus pasos escusados,
Porque estaban los físicos resfriados.
El Doctor pierna tuerta, (alias Tenaza),
Dijo: vayan al Médico de casa,
Y diciéndole que era un accidente
Replicó: vayan, vayan brevemente.
El sabio Licenciado Boca-abierta
Tenía dada orden, que la puerta
No abriesen de su casa, aunque pedazos
La hicieran, por llamarle, a aldabonazos;
Y el bachiller nombrado Pelos-rubios
Dijo: que había tomado pedi-lubios;
De tal manera que, al venir la aurora,
Llegando a la herrería los monitos
A darle la respuesta a su señora
La encontraron furiosa, dando gritos,
Porque el enfermo ya en sueño profundo
Se había ido a curar al otro mundo.
¡Quién, señores, creyera
Que entre los monos médicos, se viera
Tan poca caridad y amor tan poco!
Cualquiera lo creerá, sin estar loco,
Porque no es menester (yo lo confieso),
El ir hasta Tetuán para ver eso.

 Sin dudas, estamos ante un texto de intención pedagógica moralizante y si bien los ejes temáticos giran en torno a la ética profesional,  a la infidelidad al juramento hipocrático, la infancia se ve convocada por el había una vez, los visos humorísticos y los ágiles diálogos.

No en vano se lo considera a Domingo de Azcuénaga el Esopo argentino.

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