Interés GeneralLiteraturaPortada

ENTRECUENTOS!

¡Bienvenidos…!

Hola chicos, ¿Estamos preparados para  continuar leyendo en familia…?

Pues bien de acuerdo a lo prometido nos toca  hoy encontrarnos con el tercer capítulo de ¿Quién Soy? (Cuenta historia del Tucumán)  

¿Empezamos…?

   Capítulo 3

Alejando   LAS TORMENTAS

Los palos rosados crecían y daban flores. Don Sol desteñía las cortinas de casa de Futu. Tradi, aprendía a cocinar. A veces se le quemaban los bizcochos de vientos pero en general estaban sabrosos. Las humitas y los tamales en chala, una exquisitez, pero  su especialidad era guisar zapallos y porotos.

Futu, por su parte diariamente cultivaba la tierra. Y después de saborear las exquisitas comidas preparadas por su esposa, le ayudaba a Tradi a lavar los platos.

Eran felices. Sus sueños, profundos y reparadores. Sus amaneceres plácidos, pero ese amanecer empezó a llover con tanta violencia que de pronto la lluvia se había transformado en una feroz tormenta.

El agua caía con tanta fuerza que el olor a tierra mojada llegaba hasta las estrellas.

Sin dilaciones tuvieron que levantarse.

Gorrión Futu corrió hacia la puerta.

Tradi, peleaba con la ventana.

 Volaron los cuadros y ya se estaban mojados los sillones.  La

violencia del vendaval los castigaba impiadosamente.  El caso es que luego de un enorme esfuerzo, Tradi logró trabar las puertas e inmediatamente corrió a asistir a su esposa.

Ella, seguía luchando con una de las ventanas.

-Esperá, dijo el gorrión. Yo la sostengo con fuerza y vos intentá ponerle  el cerrojo.

-¡Es que no puedo!

-¡Dale, Tradi! ¡Dale! Le tenemos que ganar al huracán. ¡Apúrate, que ya se nos está mojando la cama! ¡Vamos, un poquito más!

–  Ya está, ahora entró! ¡Uffff! Listo, dijo Tradi.

Tras el enorme esfuerzo realizado, los dos empezaron a mirar la ventisca  a través de los vidrios Les asombraba ver caer tamaña precipitación  sobre sobre la ladera de los cerros. Caían muchos árboles.

Tradi, miraba con asombro lo que ocurría. Una tempestad pluvial deslumbra.

El valle se había iluminado con la sucesión de relámpagos y los resplandores eran tan intensos que le permitió a Hoja Futu ver a una mujer parada en medio de un círculo blanco, quien con los brazos en alto parecía hablarle al cielo.  De inmediato compartió con su esposo lo que veía:

Mirá, Tradi.  Mirá, a aquella mujer ¿Estará loca? ¿Qué hace?

-¡Ahh! Intenta alejar a la tormenta – respondió Futu.

-¿Cómo? ¿Qué dices? ¿Que intenta alejar a la tormenta…?

-Sí. Es una muy antigua creencia: hacen un círculo de ceniza, se ubican en el centro del redondel y con un hacha clavada en la tierra le ordenan a la tormenta que se vaya.

Tradi, no salía de su asombro y la anciana nativa gesticulaba cada vez con más bríos y hablaba con mayor fuerza y a pesar de la distancia Hoja Tradi y Gorrión Futu pudieron oír lo que en lengua cacán decía:

  • ¡Fuera! ¡Fuera! ¡Fuera tormenta! ¡Fuera de aquí!

 Y no sin sorpresa el matrimonio pudo observar que la tormenta empezaba a marcharse.

Un rato después, sólo quedaban las gotas de agua sonriendo entre las hojas y todo el valle con sabor a lluvia.

La anciana Calchaquí –totalmente calmada – destrenzaba sus lacios cabellos y lo soplaba casi religiosamente:

– Ffffffffff. Ffffffffff. Fffffffffff.

La larga melena volaba. Ella, aventaba su mata de pelo mientras miraba a las nubes.

  • ¿Y ahora, por qué hace eso? – preguntó Futu.
  • Lo hace para evitar otra lluvia.

Futu y Tradi desviaron sus miradas hacia el norte y divisaron de nuevo   la figura de un noble varón quién tras haber concluido la tempestad, se disponía  a proseguir  la  marcha junto a su gente.

 Don Diego de Villarroel, seguía avanzando.

 Ya la mañana estaba madura.

                    Hasta el próximo domingo.

                                                                                          Abrazos

                                                                           Honoria Z. de Nader

Deja un comentario