ENTRECUENTOS!

¡Bienvenidos!
¡Hola, chicos!
¿Estamos preparados para continuar leyendo en familia…?
Pues bien, hoy nos encontraremos con el cuarto capítulo de ¿Quién Soy?

Cuenta historia del Tucumán) ¿Empezamos…?
Capítulo 4
Una casa paseandera
Ese día, la casa-nube de Tradi y Futu empezó a caminar.

¿Te imaginás que maravilla? ¡Una casa paseandera! ¡Una casa con alas!
Gorrión, sacaba sus alitas por las ventanas, y… ¡adelante! ¡Viajar y volar!
Tradi, estaba entusiasmada. Tan entusiasmada que perdió la cinta que sujetaba sus cabellos pero no le importó. Los trenzó nuevamente y le pidió a don Sol, la punta de algunos de sus rayos para usarlos como peinetas.


El caso es que Futu, ese día no cultivó la tierra, ni cuidó de su ganado. Lo que sí hizo fue ayudarle a una joven llama (1) a ser mamá…
Luego… jugar y pasear.
Era tiempo de disfrutar.
El día se presentaba espléndido. Ideal para dar un paseíto por Tafí del Valle, El Mollar, La Quebrada de Lules, Raco. Así mismo pensaba que Tradi, debía conocer su tierra.
¡Ah! pero eso sí. Siempre atentos.
-¿Atentos a qué?
Me parece que se trataba de lo que hablaron con don Tiempo el día en el que él, les permitió casarse. Era algo relacionado con lo que ellos debían cuidar, creo
¿De dónde saco yo eso?
Escuchá. Escuchá y después me contás:
–Querida Tradi ¿te acordás de lo que nos dijo don Tiempo aquel día?
-¡Claro que me acuerdo! -contestó rápidamente ella – Te lo repito: Para superar el pasado es preciso no perder el contacto con él…
-¿Y qué más?
-¿Qué más? Ahí va: al pasado hay que sentirlo sobre nuestras plantas porque nos hemos subido sobre él
¿Qué tal?. ¿Me acuerdo o no me acuerdo?
-¡Claro que te acordás! Además, no lo podemos olvidar porque de eso depende nuestro futuro -le aclaró el gorrión. ¿De acuerdo?
-De acuerdo- contestó la Hoja.
-Repítelo completo nuevamente -pidió el gorrión- y Tradi lo entonó con emoción:
–Para superar el pasado es preciso no perder el contacto con él. Al pasado hay que sentirlo bajo nuestras plantas porque nos hemos subido sobre él.
Sí. Eso fue lo que yo escuché. Sin dudas, tienen una misión. Y esa misión es: estar en contacto permanente con algo, o ser los guardadores de algo.
¿De qué?
No sé. Aunque de pronto empiezo a sospechar qué es.
¿A vos no te pasa lo mismo? Me parece que sí.
Los jóvenes esposos, siguieron paseando en su casita voladora, pero cuando estuvieron justo, justito sobre El Mollar, lanzó un grito Futu:
- ¡Tradi, mirá allá! ¡Allá!
- ¿Adónde? ¿En el Pucará?
- ¡No! ¡En el Pucará no!. ¡En la aldea!
- ¿La de las piedras oscuras?
- Sí, la de las piedras oscuras. ¡Fijate en esas personas ! En las que están alrededor de la cama. ¿Qué hacen?
- -Están ayudando- dijo Tradi-
- ¿Ayudando? ¿Pero no te das cuenta que lo están por atacar? ¡Debemos auxiliarlo! ¡Dale! ¡Apúrate! ¡Mirá! ¡Ya han sacado las lanzas! ¡Lo van a matar! ¿Pero qué te pasa? ¿Por qué no reaccionás?
- Calma. Calma Futu. No lo están por matar. Simplemente clavan sus lanzas alrededor del lecho para ayudarlo. Para impedir la llegada de la muerte.
- Y sólo los parientes pueden hacerlo. Deben nuclearse alrededor del enfermo para protegerlo de las fuerzas malignas. Para eso sacan sus lanzas, para eso lo rodean.
- ¿Y la muerte se va..?
- Ellos, , lo creen así- aclaró Futu.
En silencio los dos siguieron observando.
Una quena endulzaba el valle.
Ese atardecer un joven guerrero calchaquí vio junto a su lecho a un gentil gorrión de la mano de una tierna hojita.

Era, sin dudas, un buen augurio.
Tradi y Futu le regalaron al enfermo bizcochos de nubes y lo perfumaron con alientos de siglos.
Hasta el próximo domingo
Honoria Zelaya de Nader
