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La palabra justa

Cuántas veces sentimos que no estamos escuchando a nuestros niños, y muchas de ellas , esa sensación, es real .Porque no es lo mismo oír, que escuchar , porque los silencios a los niños, y a nosotros también , nos pesan, hoy vamos a hablar, para saber un poco más, escuchar.
Si queremos un diálogo sincero, hablemos con los niños, ellos sí saben de veracidad, de espontaneidad, y sobre manera, de llevarnos a un mundo que nosotros dejamos de ver.
La comunicación es lo que distingue de la raza humana, nuestro lenguaje. En la etapa de la niñez y de adolescencia, poner en palabras lo que sienten y piensan, resulta necesario para un desarrollo afectivo saludable, armonioso. Ese niño escuchado seguramente se sentirá más seguro consigo mismo , con su entorno, será más feliz.
El escuchar no es simplemente quedarnos callados , y recibir la información. No es recibir lo que queremos, es dejarlos expresarse con una escucha activa. A modo de ingredientes, escuchar activamente requiere:
*Asentir con la cabeza
*Mostrarnos con el cuerpo relajado(el lenguaje paraverbal es tan importante)
*Mostrar confianza que pueden decirnos lo que les parezca
*Interesarnos por el tema en cuestión ( quizás re-preguntando )

Los canales de comunicación se instauran, en el momento mismo del nacimiento, pero no se preocupan si no están, y perciben que sus hijos no les cuentan sus cosas. Si hay tiempo para inaugurarlos. Preguntarles cotidianamente sobre sus intereses, sentires, y pensares, puede ser una opción válida para ello.

Lo importante es intentar que el diálogo no se convierta en un monólogo de padres a hijos. Ellos también tienen que exponer sus opiniones e ideas. Si están en contra de lo que les estamos contando, deben tener la oportunidad de respondernos en un clima de libertad y tranquilidad.
Muchas veces las razones de una mala comunicación familiar es la prisa de los padres por recibir alguna información, ya que les impide conocer la opinión de sus hijos y, de igual forma, impide que sus hijos se den cuenta de la actitud abierta y de la predisposición a escuchar de los padres.

Sin pretender caer en simplismos, que su niño no quiera hablar(en reiteradas ocasiones) no significa que tengan una dificultad comunicativa, sino que limitan su comunicación oral a personas muy íntimas y a situaciones muy específicas. Es decir, que en estos niños, las dificultades para comunicarse no se deben a trastornos del lenguaje ni a cualquier otro trastorno del desarrollo, sino que el mutismo es una estrategia aprendida para evitar situaciones en las que tienen que hablar y que les generan ansiedad. Por ello, suelen compensar utilizando medios de comunicación alternativos como cuchichear al oído, hacer gestos, muecas, sacudidas de cabeza, empujar para pedir algo…
En la aparición y desarrollo del mutismo selectivo influyen distintas variables como: timidez, retraimiento social, dependencia, vulnerabilidad a la ansiedad, falta de habilidades sociales, un estilo educativo sobreprotector o autoritario de los padres, bajo nivel de sociabilidad o aislamiento familiar, apego excesivo de la madre, entre otras.

Así también como el ser escuchados, el que nosotros podamos también hablarles, es crucial , sobre todo, para enseñarles el valor de la empatía, de ponerse él en lugar de otro.

Como todo en la vida, caminar en el línea fina en la comunicación, refiero a , los sermones o el silencio , no son beneficiosos.

Por eso el desafío, es encontrar la palabra justa, en el momento indicado, para ellos, nuestros niños, que esperan esos encuentros de palabras dichas.

Cecilia María Lozano (psicopedagoga)

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