La resonancia Schumann, los efectos en la salud y en el planeta
By Guillermo Bown
En los años 50, el Dr. Winfried Schumann descubrió el efecto de resonancia en el sistema Tierra=ionósfera, lo que lleva su nombre y que en física se llama “onda transversal magnética”, que muestra direcciones perpendiculares de vibraciones, causadas especialmente por el golpe generado por los rayos en el espacio entre la Tierra y la ionósfera.
Se comprobó que estas ondas vibran en la misma frecuencia que las ondas cerebrales de los seres humanos y mamíferos, o sea, 7,8 Hertz por segundo.
Se ha visto que la Resonancia Schumann del planeta se ha elevado de 7,8 Hertz a 12 Hz en los últimos 8 años y se mantuvo en los 7,8 Hz durante miles de años, y a partir
del año 2000 una energía de cuarta dimensión alteró la carga electromagnética de la Tierra.
Investigaciones señalan que la Resonancia Magnética, RS, se hace presente hoy en un paso acelerado del tiempo. Esto nos dice que las 24 horas diarias ya no lo son, sino que nominalmente, pues estamos viviendo solamente 16 horas. Esto explicaría nuestra aceleración diaria y los días y semanas “pasan volando”, como decimos, lo que sería un salto cuántico dimensional.
Austria y Alemania han formulado nuevos proyectos en física cuántica de 7,8 Hz, consideradas estas una constante biológica de nuestro hipotálamo. Esta frecuencia de la Tierra se comparte como un gran circuito eléctrico y esto abre “un campo de comunicación entre dos sistemas neuronales o telepatía”.
La RS fluctuante y las explosiones solares, pueden ser un factor en las severas tormentas, inundaciones y el clima de estos últimos años.
La resonancia
Schumann y los latidos del corazón
Los avances y descubrimientos de la tecnología nos han separado del hábitat natural del Hombre, y es la frecuencia 7,8 Hz como el latido del corazón de la Tierra, hace cientos de años, como la que aceptó bien el ser humano. Desgraciadamente los cientos de frecuencias adicionales, en el transcurso de la historia, y el avance de la tecnología, han cambiado el pulso de la Tierra y sus habitantes. Y son la radio, la TV, el móvil, satélites, etc., y todas las redes sociales que inundan el planeta.
La NASA ha comprobado que los astronautas al salir al espacio alteran su salud, debido a las altas frecuencias magnéticas a que son sometidos en otra atmósfera.
Y es la relación de las ondas cerebrales y la Resonancia Schumann un estudio constante de los médicos especialistas, que ven cómo los campos electromagnéticos, con sus rayos radioactivos, afectan la salud del ser.
Hace 3 años la frecuencia subió a 30 Hz y hoy se estima su aumento a 36 Hz, alterando los equipos de estudio del espacio en diversos países, especialmente de los rusos, quienes se refirieron a los daños causados en la salud de la población, causante de enfermedades como el cáncer, depresión, estrés, trastornos en la presión arterial, en el sueño, etc. Igualmente señalaron los daños en el reino animal, fauna y flora.
Afecta el carácter de la persona
Este aumento de la vibración de la Tierra afecta directamente al ser, aumentando su vibración normal y con un comportamiento muy diferente, variando su frecuencia según la localidad donde viva. Cerca de aguas, de lagos, ríos y mares se estima que la frecuencia es más alta y varía en cordilleras, como en desiertos y otros. Igualmente se señala que el carácter de la persona se alteraría con las altas y bajas frecuencias, en las que existiría una expansión elevada de la conciencia, en que la gente perdería el miedo. Estudios expresan que “los más sintonizados con la frecuencia normal son las tribus indígenas, que están conectados con la Tierra, la naturaleza”.
“Todo en nuestra vida es vibración”, decía Alberto Einstein. Todo es conexión, todos somos uno, uno somos todos. Como seres energía tenemos capacidad de conexión con el Universo y sintonizamos con las fuentes de energía, con diferentes latidos y tonos.
Cada átomo, cada molécula oscila y tiene vibraciones que se miden en frecuencias y estamos rodeados de estas y ondas que emite el entorno, por eso se dice que la vibración podría ser el origen de la conciencia y la frecuencia constitutiva del cosmos en su totalidad.
La resonancia es algo relevante en el caso de las ondas cerebrales, theta, alpha, beta y gama, las cuales son oscilaciones eléctricas del cerebro que están asociadas con ciertos estados de conciencia.
Tenían razón los muchachos hippies otrora, cuando decían “todo se trata de la vibra”. El Universo entero es vibración que emerge del sentido primordial “OM”, según la cultura hindú, que agregaban su teoría ¨spanda”, o vibración, es decir, «la existencia es una vibración de la conciencia divina”.
Las ondas cerebrales se relacionan con distintos tipos de estados de conciencia. Estas junto con todas las demás vibraciones que forman parte de nuestro día a día y que son fruto de nuestro estado físico, nuestro pensamiento y emociones, van a conformar lo que conocemos como vibración personal.
El COVID-19, como cualquier otro virus, tiene una baja vibración con una estructura cerrada de g circuito electromagnético, generador que transforma la energía mecánica en energía eléctrica, con una frecuencia de resonancia de cerca de 5,5 Hz a 14,5 Hz, y en las gamas más altas no está activo y, a partir de las gamas 25,5 Hz y superior, el virus muere. Se estima que para los humanos de baja vibración este virus es peligroso.
Einstein, en su fórmula nos decía que la energía y la materia están directamente relacionadas y que pueden transformarse la una a la otra, fórmula que desbancó a la física clásica y dio lugar a la física cuántica, la que revela que las partículas diminutas que componen la materia son también ondas de energía que pueden actuar como partículas o como ondas. Como decíamos, estas ondas vibran con la misma frecuencia que nuestras ondas cerebrales y de los mamíferos en general. O sea, 7,8 Hz ciclos por segundo.
Los terremotos, huracanes e inundaciones afectan a todos los seres vivos del planeta, alterando la conciencia humana en un despertar, se dice, que abre la capacidad de intuición, todo esto profetizado por los mayas y los hopi, nativos americanos en una zona de Arizona, y otras culturas milenarias.
Y nos ponen entre, entretenidos
Además este “desarrollo” de las redes sociales, especialmente el celular, fuera de comunicarnos con mayor facilidad sobre el diario vivir, nos aleja de nuestros semejantes en una relación menos personal e íntima. Nos hemos contagiado del mensaje rápido y efectivo de informar el aquí y ahora que nos proporciona el móvil y nos alejamos cada día más de nuestros seres queridos.
El exceso de información, que es frecuencia en diversos grados, que forma parte de la “inteligencia artificial”, llena nuestra cómoda vida, por diferentes canales, que no nos dan tiempo para pensar y reflexionar. Los contenidos de la TV y la prensa escrita y hablada nos ponen entre, entre=tenidos, tenidos entre un mensaje mísero y una realidad con brumas que no dejan mirar mejor el horizonte. Caso que se da muy fuerte en nuestros niños y jóvenes que siempre, todo el día, tienen la pantalla que el chip natural y social les ha dado, con la frecuencia para estar conectados todo el día, como los mejores consumidores de la basura que les enferma los sentidos para poder valorar el día y un mejor futuro.
Todos estos relucientes “adelantos” tecnológicos inhiben nuestra capacidad de juicio, nuestra libertad y pluralidad y a lo que defendemos y entendemos como humanismo, en la entrada de la automatización y organización social, en que el Big Data y el algoritmo pasan a ser otra acción que tiene una frecuencia, una resonancia que limita nuestro pensar y actuar.
Las nuevas vibraciones ya están en la Tierra y nos permiten alcanzar algunas capacidades de percepción y comprensión. Estos son cambios que están dentro del orden normal de la evolución, tanto desde el punto de vista galáctico como terrenal y humano. Por ello pienso que tenemos que cambiar las estructuras del ayer por otros nuevos acordes y notas que sintonicen con la frecuencia del Hombre en el Universo y realizado en plena conciencia y mucho amor.
Finalmente, maduremos lo que dice el filósofo francés Éric Sadin, quien señala, en su libro La inteligencia artificial o el desafío del siglo, que “las tecnologías digitales ya no son prótesis de nuestras facultades, sino que las suplantan y se instalan con una nueva verdad que nos dirige según una interpretación automatizada de las cosas”…
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