Máximo Kirchner, Sergio Massa y Cristina Fernández de Kirchner perdieron donde debían ganar
En el Frente de Todos parece que el único culpable de la derrota hubiera sido el presidente Alberto Fernández. Si bien es cierto que la «clandestina de Olivos» provocó un daño impensado en el votante del Frente de Todos, las constantes manifestaciones de sus aliados sobre su labor tampoco ayudaron.
La imagen solitaria de Alberto Fernández como el máximo responsable de la derrota en todo el país, pero fundamentalmente en la Provincia de Buenos Aires, fue por lo menos injusta. Todos los que estaban ahí perdieron igual o peor que lo hizo él, ya que La Cámpora, que se construyó como un partido del Conurbano, perdió en ese rincón del país, donde el kirchnerismo se mudó desde Santa Cruz para apoderarse de la región más poblada del país.
Máximo Kirchner, que es el jefe de esa línea, perdió en el único municipio que administra en el Conurbano, a través de Mayra Mendoza, en Quilmes. Tampoco pudo sostener el resultado obtenido en Luján, con Leonardo Boto, ya que allí también ganó Juntos. Sólo se habrá contentado con la victoria de las listas que él apadrinaba en Lanús y Vicente López, lugares donde cada vez que quiere intentarlas gobernar termina fracasando estrepitosamente.
Para peor, los presidentes del Partido Justicialista hasta diciembre, Gustavo Menéndez, en Merlo, pero fundamentalmente Fernando Gray, en Esteban Echeverría, quien se le plantó a Kirchner con mucha firmeza, ganaron en sus respectivas localidades. A pesar de su apretada victoria, Juan Zabaleta también puede respirar ante la ola amarilla y la presión de La Cámpora, quien con Damián Selci, administra hoy su municipio.
Cristina Fernández de Kirchner no ganó ni en su lugar en el mundo, Santa Cruz, ni en su nuevo espacio político, el Conurbano. La Matanza la administra el peronismo clásico y casi destratado a pesar de poner siempre la mayor cantidad de votos para el peronismo. Fernando Espinoza y Verónica Magario, la vicegobernadora, son, ante todo, peronistas, que apoyan al kirchnerismo. Y Morón, el otro distrito también K, pero conducido por Nuevo Encuentro, tampoco pudo soportar la nueva ola en contra.
El único kirchnerista puro del conurbano que ganó es Jorge Ferraressi, en Avellaneda. Pero él, ante todo, es peronista también, como Mariano Cascallares, de Almirante Brown, o Martín Insaurralde, de Lomas de Zamora. Ellos pueden tener excelente o buena relación con los Kirchner, pero están desde mucho tiempo antes en la región y en sus localidades.
Ni que hablar de Julio Pereyra, de Florencio Varela. Nunca lo tomaron como propio en el kirchnerismo y siempre le propusieron una interna a través de diferentes más cercanos a la centro izquierda.
El divorcio del cual hacía mención MDZ entre los intendentes y el gobernador Axel Kicillof también incidió. Quizás ahora lo inviten a alguna recorrida, pero deberá modificar muchas de sus actitudes y designaciones también. Si el presidente Alberto Fernández debe cambiar medio gabinete según la mirada de la vicepresidenta, por qué no lo debe hacer un gobernador que en su primera elección de medio término perdió como él lo hizo,
Los intendentes le reclaman que su Gabinete no tiene el peso político necesario ni la conexión con los temas que debe resolver. Eso lo ven y lo marcan, pero hasta ahora estos jefes comunales no han sido escuchados como corresponde.
Sergio Massa, quien para muchos ya tiene planificado una reestructuración ministerial con cambios bastante drásticos en Economía y Producción, no pudo validar títulos y proyección en su localidad, Tigre. Allí Juntos le ganó por más de seis puntos a la unidad forzada entre el intendente Julio Zamora, el massismo y La Cámpora.
Quien también debe redefinir rápidamente su postura en el plano local es el ministro de Obras Públicas, Gabriel Katopodis, que en su localidad, San Martín, perdió por cinco puntos. No se jugaba la gestión, pero es claro que no alcanzó la cantidad de obras vistas en la localidad ni el arribo del diputado nacional Leonardo Grosso, como candidato a concejal.
Desde ahora todas las hipótesis están en el aire. Pero la idea que no se haya abierta la chance de las reelecciones de los jefes comunales ya se disparó como una hipótesis que provocó la apatía electoral en muchos municipios. Incomprobable. Los intendentes no vieron necesario plebiscitar su gestión en una elección donde no fueron ni convocados ni requeridos.
Si hay temas sobre los que quieren opinar uno de ellos es la Seguridad. Ni Sergio Berni ni Sabina Frederic, en Provincia y Nación, los tuvieron como personas de consulta. Tampoco lo hizo ni Martín Guzmán ni nadie más que un puñado de ministros y funcionarios que siempre realizaban «visitas de médicos» a sus localidades.
Si se mira con detenimiento, entre las localidades denominadas «grandes o medianas», los que ayer terminaron frustrados pero sabiendo que habían echo mucho más que otros fueron Leonardo Nardini, en Malvinas Argentinas y el convaleciente Mario Ishii, de José C. Paz. El último, con 49% y el malvinense, con 47%, fueron los que más diferencia en favor del peronismo le dieron en todo el Conurbano.