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Milei anunció en Palermo que se terminó el monopolio de la vacuna antiaftosa y todos festejaron

“Ampliamos la oferta de vacunas contra la fiebre aftosa para que 200 mil productores ganaderos ya no dependan de un solo laboratorio y puedan acceder a vacunas más baratas”, dijo el Presidente Javier Milei en su discurso del domingo pasado en el acto central de la Exposición de Palermo y todo el público lo interrumpió con aplausos.

Todos festejaron pensando que lo que había dicho el presidente sería verdad. Todos, excepto los directivos del laboratorio veterinario Tecnovax, que hace unos meses se propusieron “romper el monopolio” en torno a esta negocio de más de 100 millones de dólares al año, mediante la importación de vacuna antiaftosa disponible en Brasil. Los empresarios estaban en el palco oficial de Palermo y escucharon a Milei. Pero no aplaudieron porque sienten que esa posibilidad, pese a las promesas del gobierno, se les está esfumando de las manos.

Hace unos meses, desde la propia Sociedad Rural Argentina (SRA) habían planteado sus quejas por el alto costo al que se vendían las vacunas, que son de aplicación obligatoria: dos veces al año los ganaderos de todo el país (salvo la región patagónica) tienen que inyectar el remedio a sus rodeos. En total se vacunan por año más de 80 millones de animales para prevenir la aparición de la enfermedad.

Esas quejas fueron avaladas por el ahora ministro de Desregulación de Milei, el economista Federico Sturzenegger, quien salió a denunciar que la vacuna antiaftosa no se podía importar, y que por eso salía “cinco veces” más cara aquí que en otros países. Más allá de que tanta diferencia fuera discutible, el propio Milei dio instrucciones de que se modificara un estatus quo que viene desde 2001, con el regreso de la enfermedad. Desde entonces, y como todas las multinacionales discontinuaron la producción de la vacuna en Argentina, el mercado es abastecido por un laboratorio llamado Biogénesis Bagó, que siguió produciendo y fue clave para contener le rebrote de la enfermedad. Años más tarde su sumó otro llamado CDV.

El 4 de abril, en este contexto, el laboratorio Texnovax solicitó formalmente al Senasa (Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria) permiso para ingresar la vacuna contra la fiebre aftosa desde otros países, en un intento concreto por romper lo que califica como “un monopolio”. Incluso semanas después de eso presentó una denuncia por este asunto ante la Comisión Nacional de Defensa de la Competencia, que recién está ingresando en sus instancias preliminares.

¿Qué sucedió después? En esta saga está la clave para entender por qué ahora, a pesar de que pareciera tener al gobierno a favor de una desregulación en ese mercado, los socios de Tecnovax aparecen mascullando bronca, dudando de que lo que anuncio el presidente Milei en la Rural vaya a poder concretarse. “Nos metieron en un valle de la muerte”, resumió el titular de ese laboratorio, Diego La Torre, a sus íntimos. Estas fuentes contaron luego a Bichos de Campo que “la estrategia del “monopolio” es que Tecnovax se cansé y desista de esta competencia”.

Horas antes del discurso de Milei en la Rural, en el pabellón de la Secretaría de Agricultura en Palermo, se habían escuchado reproches y hasta gritos en una tensa reunión entre los empresarios que quieren importar la vacuna desde Brasil y el secretario de Coordinación Productiva del Ministerio de Economía, Juan Pazo, quien se ocupó personalmente de supervisar la prometida “desregulación” en el negocio de la vacuna, coordinando con las autoridades del Senasa, finalmente la única voz autorizada en este lío.

“¡Pero si ya no hay monopolio!” les gritaba Pazo, de mal modo, a sus interlocutores en ese cónclave de Palermo. Los representantes de Tecnovax le planteaban sus quejas porque a ellos no les atendía el teléfono desde abril y porque sabían que el funcionario cercano a Luis Caputo se había reunido en cambio con los dueños de Biogénesis Bagó, e incluso este mismo jueves -en el restaurante central de la Rural- también había compartido un almuerzo con altos ejecutivos de esa empresa y hasta un embajador. “¿Cómo enfrenta el Estado a un monopolio si se reúne con ellos?”, se preguntaban.

En este guerra declarada entre laboratorios, lo que en concreto sospecha Tecnovax es que luego de que Milei ordenó desregular ese mercado, los sucesivos pasos dados por el Senasa, siempre bajo la supervisión política de Pazo, apuntaron a ralentizar el proceso de aprobación de nuevos jugadores, de tal foma que ellos -que ya tienen disponibles 15 millones de dosis de vacuna para importar desde Brasil a bajo precio- no podrían finalmente vender nada en Argentina hasta el año 2026.

Por eso eran los únicos que este domingo en Palermo no festejaron el anuncio del Presidente.

El 9 de abril, luego de aquel pedido inicial de Tecnovax para importar vacunas, el vocero presidencial Manuel Adorni anunció en su conferencia matinal que el gobierno autorizaría la importación de la vacuna bivalente (contiene dos cepas) contra la fiebre aftosa a la Argentina, y no la tretavalente (cuatro cepas), que es la dosis exigida por Senasa hasta ahora. “Se tomó la decisión de modificar la dosis de la vacuna aftosa para el ganado bovino par que pase a ser de tetravelnte a bivalente. Los 200 mil productores ganaderos ya no van a depender del precio de un solo laboratorio”, dijo Adorni. Uso las mismas palabras que Milei este domingo en Palermo.

Luego de ese anuncio, a principio de mayo el Senasa dictó la Resolución 460/2024, que establecía las nuevas reglas de juego. En efecto, se habilitaba el reemplazo de la vacuna treta por la bivalente (sacando la cepa C ydejando una cepa A y la cepa 01 Campos), que era la utilizada en todo el resto de los países ganaderos de la región, como la que Tecnovax quería importar desde Brasil.

Pero para dar tiempo a agotar los stocks de vacunas fabricados localmente y a la vez aprobar a los nuevos jugadores, el organismo definió ciertos plazos para la transición: recién a partir del 1° de marzo de 2025 iba a poder comenzar la sustitución de unas vacunas por las otras.

Pero adicionalmente el Senasa instrumentó un mecanismo por el cual debería analizar la calidad de las nuevas vacunas bivalentes que ingresarían en el mercado local a partir del año próximo. En principio, el organismo exigió la presentación de nuevos dossier a todos los laboratorios, para a partir de allí hacer un análisis riguroso para verificar la calidad de las nuevas vacunas que entren en escena. Contra esta exigencia cargan ahora las tintas los integrantes de Tecnovax, ya que consideran que las pruebas son tan rigurosas que apuntarían nuevamente a dejarlos fuera de competencia.

Hasta ahora, según pudo saber Bichos de Campo de fuentes oficiales, han ingresado a esta carrera cuatro vacunas: las de dos laboratorios que ya estaban presentes en el mercado, Biogénesis Bagó y CDV, más otra de la multinacional CEVA. El 7 de julio pasado finalmente lo hizo Tecnovax. Todos ellos pretenden vender la vacuna bivalente y para ello se aprestaron a pasar por el análisis de calidad que planteó Senasa en base a una Resolucióm 609/2017, que el propio organismo dictó estableciendo nuevos requisitos para los laboratorios interesados en proveer la vacuna.

Según esa normativa, que Tecnovax solicitó modificar sin respuesta de Senasa todavía a sus planteos, las nuevas vacunas deberían someterse a la “Prueba Generalizada de Protección Podal (PGPP)”, que consiste en la descarga del virus vivo de la fiebre aftosa (de las cepas aportadas por el propio Senasa) sobre un lote de 17 bovinos que cada uno de los laboratorios deberían adquirir en la región patagónica (donde los animales no están inmunizados) y que luego deben encerrar en un “box de bioseguridad” dentro del Lazareto cuarentenario del Senasa, para ver cómo prende la enfermedad en unos o si la vacuna es eficiente en otros. Se llama de “protección podal” porque el primer lugar donde se detecta si la aftosa hace daño es en las pezuñas.

En Tecnovax se quejan de que esa exigencia es demasiado costosa y lleva muchísimo tiempo. Consideran que no es necesario ser tan riguroso porque la vacuna bivalente se ha utilizado en toda la región y mostró su eficacia; dicen que bastaría con utilizar el método “Elisa Fase Líquida”, que ofrecería resultados mucho más rápido y verificables, porque además con el esquema propuesto las empresas no tienen margen de realizar contrapruebas para chequear los resultados. Es lo que le quisieron explicarle a Juan Pazo sin resultado. Al parecer el funcionario, que se mostró muy molesto, no quiso escuchar nada.

Desde esta versión de los hechos, la sospecha es que el organismo sanitario ha impuesto análisis tan rigurosos con el ánimo de retrasar el ingreso de competencia de los nuevos competidores, ya que cada vacuna debe ser analizada individualmente, por orden de inscripción, y todo el ciclo demanda al menos dos o tres meses por cada laboratorio. Es por eso que Tecnovax sospecha que sus vacunas no podrían entrar al país al menos hasta 2026. “El monopolio juega a que nos cansemos”, especulan sus directivos.

La mejor prueba de que la PGPP no se requiere en este tipo de aprobaciones en otros medicamentos (como la vacuna del Covid u otros remedios veterinarios) ni en otros países sería, según este bando de la guerra de las vacunas, que el Senasa ni siquiera dispone de box de bioseguridad en condiciones para hacer el análisis, ya que por eso estaría “mangueando” a las empresas interesadas un aporte de 280 mil dólares para repararlos.

Desde la otra trinchera, en cambio, argumentan que Tecnovax no quiere someterse a los controles como todo el resto del sector porque lo que en realidad pretende es hacer un negocio de oportunidad, liquidando un remanente de dosis que tiene Brasil, y que tienen fecha de vencimiento en junio de 2025. Las vacunas que anotó esa empresa ante Senasa son las bivalentes fabricadas por una empresa paulista llamada Ourofino: vendió 260 millones de dosis en el vecino país, pero ahora allá no se vacuna y está viendo qué hacer.

Aquí también las bibliotecas se dividen, porque mientras un sector dice que esa firma brasileña ya cerró su fábrica de vacunas para la aftosa, Tecnovax replica que la planta solo está en “stand by” a la espera de reactivarse para vender el inóculo a la Argentina y otros países que todavía lo utilizan. El laboratorio que intenta ingresar en el mercado informó que de hecho firmó con Ourofino un acuerdo por cinco años, con opción a otros cinco, con la idea de producir de 30 a 40 millones de dosis anuales. Pero reconoce que todo pende de un hilo por las demoras en avanzar en una efectiva liberación del negocio en la Argentina.

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