Milei redobló críticas contra la nueva “casta”: el periodismo
Con ausencias, la Cámara de Diputados fue la última semana epicentro de un episodio histórico: la interpelación de un funcionario, hecho infrecuente en nuestra democracia, aunque avalado por la Constitución. Lejos de preocuparse por el motivo de esa convocatoria, el presidente la emprendió con dureza contra el periodismo. En modo campaña.
Dos semanas después de haber concurrido a brindar su informe de gestión en esa misma Cámara, Guillermo Francos se presentó en Diputados para responder preguntas sobre el caso $LIBRA. Fue en el marco de una interpelación, una instancia habilitada por la Constitución, muy común en el mundo, pero infrecuente en nuestro medio, donde alcanzan los dedos de una mano para reseñar los antecedentes, de 1983 a la fecha.
Fue uno de los argumentos que usaron desde el oficialismo, e incluso los aliados del Pro que defendieron al Gobierno: el hecho de que la mayoría de las administraciones anteriores no hubieran tenido que pasar por semejante instancia. Documentado, el jefe del bloque La Libertad Avanza, Gabriel Bornoroni detalló que “en la época del kirchnerismo hubo 658 pedidos de interpelación”. Un pedido de interpelación y hasta de juicio político no se le ha negado nunca a ningún gobierno, así que tampoco es para escandalizarse; pero es de absoluta lógica que el que es por lejos el oficialismo más débil de la democracia -numéricamente hablando-, sea pasible de interpelaciones. Vale recordarlo una vez más, porque el relativo éxito legislativo de este oficialismo pareciera haber ocultado este dato: La Libertad Avanza tiene apenas el 15% de la Cámara de Diputados y menos del 10% en el Senado. Fin.
Si los gobiernos kirchneristas no tuvieron nunca una interpelación, ni fueron puestos mayormente en apuros en el Congreso es simplemente porque casi todo el tiempo tuvieron mayoría; y cuando la perdieron en ambas cámaras, la dispersión opositora y la habilidad propia relativizó los efectos de ese problema.
Con todo, no la pasó mal Guillermo Francos en la interpelación, y lo máximo que la oposición ha conseguido en esta materia es hasta ahora mantener relativamente vivo el tema, a casi tres meses de acontecida la ¿gaffe? presidencial. Volverá a agitar la cuestión el 14 de mayo, fecha para la cual fueron citados los dos ministros que pegaron el faltazo el martes pasado, aunque no hay garantías de que esta vez concurran. A lo mejor sí Mariano Cúneo Libarona -que ya ha ido a comisiones, aunque pareciera que esta vez le sugirieron lo contrario-, pero mejor no hacerse los rulos con Luis Caputo, quien se ha juramentado no estar cara a cara con los legisladores en el tiempo que esté al frente del Palacio de Hacienda.
El jefe de Gabinete respondió preguntas por unas seis horas.
En cuanto a la comisión investigadora, ahí hay chances de hacer más ruido, pero por lo pronto está empantanada en un empate que impide su puesta en marcha. Tratarán de destrabarla en el recinto, donde la oposición se ilusiona con sacar una ventaja que le otorgue la presidencia de la misma y con ello la iniciativa en las decisiones, como así también tal vez reconsiderar su composición. Se verá.
Y el periodismo afín lo justificó, justificando el esmero presidencial en confrontar con el periodismo en buscar señalar una nueva “casta”. Ya le trajo buen resultado identificar a la política como la casta, sostienen estos exégetas de los libertarios, que encuentran como argumento a la campaña electoral. Uno de los más encendidos propaladores de la prédica justificó la postura oficial con una encuesta que le atribuye al periodismo político una falta de credibilidad del 80%. Ese comentario editorial fue propalado luego por la maquinaria oficialista en las redes sociales. Así funciona.
En esta estrategia ya conocida suelen participar figuras del propio gobierno, comenzando por el presidente, que inexorablemente las repostea. Y eneste caso se sumó el mismísimo ministro Luis Caputo, que dobló la apuesta, calificando a esa encuesta como “un anticipo de lo que inevitablemente va a suceder a menos que el periodismo tome nota y cambie: es una profesión que tiende a desaparecer”, sostuvo.
Sonó a expresión de deseo.