Nuevas investigaciones sobre la Cuenca Argentina del Atlántico
Un grupo del Conicet, encabezado por Alberto Piola, descubrió nuevas tendencias del calentamiento en las profundidades del océano, que podrían generan grandes variaciones de temperatura marina a escala global.
Los hallazgos fueron publicados en la revista «Geophysical Research Letters» de la American Goephysical Union, que data sobre un estudio de una década de registros horarios de temperatura por hora de amarres anclados a cuatro profundidades –entre los 1360 metros y los 4757 metros de profundidad- en la Cuenca Argentina del Océano Atlántico frente a la costa de Uruguay; se descubrió que las profundidades del océano están teniendo una tendencia a un calentamiento sin precedentes.

Concretamente, la tendencia al calentamiento se ubicó entre los 0,02 y 0,04 grados Celsius por década, entre 2009 y 2019, y representa una tendencia significativa, teniendo en cuenta que las fluctuaciones en las profundidades del mar suelen medirse en milésimas de grado. La razón podría ser el cambio climático.
El registro fue posible gracias a la instalación de instrumentos acústicos y sensores de presión en el fondo del mar entre 1360 y 4757 metros de profundidad, dentro del marco del proyecto SAMOC (de sus siglas en ingles South Atlantic Meridional Overturning Circulation) que permitieron estimar la intensidad de las corrientes en la región, en el año 2009.
Los instrumentos tienen un sensor de temperatura que es necesaria para calibrar las mediciones presión y esos son los datos que usamos para determinar las variaciones de la temperatura en las aguas de fondo en la región. El océano es el mayor reservorio de calor del sistema climático y, por lo tanto, pequeñas variaciones de la temperatura media del océano representan enormes variaciones del calor contenido en el sistema.
El aumento de temperatura tiene múltiples efectos, como el aumento del nivel del mar por la expansión térmica del agua, que puede contribuir directamente al derretimiento de glaciares que desembocan en el océano, y modificar las propiedades biogeoquímicas del agua, contribuyendo a la disminución de la concentración de oxígeno disuelto y al proceso conocido como acidificación.