Putin y Biden, líderes políticos de las dos potencias se reunirán el próximo 16 de junio en Ginebra
Desde la aprobación de la Sputnik V en Europa, a las denuncias de interferencia electoral y la construcción de un gasoducto ruso-alemán están en agenda.

La cumbre que mantendrán en Ginebra el presidente estadounidense Joe Biden y su par ruso, Vladimir Putin, el próximo 16 de junio, refleja la necesidad de buscar coincidencias entre la Casa Blanca y el Kremlin, incluida el posible apoyo de Washington para que Europa apruebe la vacuna Sputnik V.
Si bien hay una agenda que va desde las denuncias de interferencia electoral y los ciberataques rusos, así como el caso del opositor Alexey Navalny, existen otros temas como la construcción del gasoducto ruso-alemán Nord Stream 2.
En un principio, Estados Unidos había declarado al proyecto como un riesgo geopolítico para Europa, pero luego renunció a aplicar sanciones, después de que Alemania lo considerara esencial para suministrar energía a la región.
Entre otros asuntos que dividen a los dos líderes mundiales también se encuentra la posición respecto a la distribución de las vacunas contra el coronavirus.
El caso de Brasil, que desistió de adquirir la vacuna rusa Sputnik V, tras considerar el ente sanitario de ese país que le faltaban datos técnicos para verificar su seguridad y eficacia, evidencia de algún modo las diferencias surgidas entre Washington y Moscú.
El director del Fondo ruso de Inversión Directa (FRID), Kirill Dmitriev, mencionó que podría haber incidido en la decisión de la Agencia Nacional de Vigilancia Sanitaria (Anvisa) la «presión política» por parte de Estados Unidos para que Brasil no compre la Sputnik V.
«Creemos que la extraña situación que ocurrió con Anvisa como regulador es que hay una presión política desde el Departamento de Salud de Estados Unidos de no adquirir la vacuna rusa», opinó el funcionario ruso.
El diario The Washington Post, por su parte, reveló un informe de 72 páginas del Departamento de Salud, difundido en enero, que señala que funcionarios del Gobierno del expresidente Donald Trump trabajaron para convencer a Brasil que rechazara la vacuna Sputnik V contra el coronavirus.
«Vos tenés la diplomacia de las vacunas y la idea de generar (no digo áreas de influencia) sino buena voluntad hacia los países que están aportando inoculaciones, en este caso Rusia, Estados Unidos y China», dijo a Télam Juan Battaleme, docente en Relaciones Internacionales de la Universidad de Buenos Aires (UBA).
El analista opinó que «Moscú ha visto en el bloqueo de sus vacunas, que no sirven para circular en el ámbito europeo, como una movida geopolítica importante. La geopolítica actual está llevando a que el mundo sea menos interdependiente, con lógicas mercantilistas».
«El segundo pensamiento que aportaría es que esta es un moneda de cambio, en tanto y en cuanto Estados Unidos no necesita reconocer la vacuna rusa entre sus habitantes, básicamente porque se vacunan con Moderna, Pfizer y demás» inoculaciones, señaló.