Recortes en la ciencia y exilio científico, el caso de Santiago Bouzas
El presidente Javier Milei está avanzando en un recorte de la planta del CONICET y en el llamado a becas doctorales y postdoctorales. Muchos científicos buscan convocatorias en el exterior para continuar sus carreras.
Santiago Bouzas estudió la licenciatura en genética en la Universidad Nacional de Misiones. Tras recibirse en el 2014 con una tesis sobre biología del desarrollo, obtuvo una beca del CONICET para estudiar el doctorado en Ciencias Biológicas en la Universidad Nacional de Buenos Aires.
La beca implicó que Santiago trabajara en un proyecto de investigación sobre biología evolutiva. La propuesta fue estudiar la adaptación que generan ciertas moscas al criarse junto a las defensas químicas que utilizan los cactus para repeler herbívoros depredadores. “Lo que estudié es cómo la adaptación a esas defensas químicas generan evolución correlacionada en otros caracteres del individuo como la longevidad, la fecundidad, la morfología, etc.” explica el genetista.
Santiago entregó su tesis y recibió el doctorado en el 2021. Para ese momento ya se estaba haciendo efectivo un recorte en el número de becas y posibilidades de planta en el CONICET. Debido a esto, el doctor Bouzas no pudo continuar sus estudios de las moscas del cactus.
En cambio, consiguió una beca de la Agencia Nacional de Promoción de la Investigación para unirse a un equipo de la Universidad de Mar del Plata y estudiar la interacción entre algas antibióticas y unos mejillones pequeños de la costa bonaerense.
Ante el panorama de que el financiamiento de la ciencia en Argentina podría seguir disminuyendo, mientras realizaba su post-doctorado Santiago fue buscando convocatorias y presentando proyectos a institutos de investigación extranjera. Según comenta, para esa época muchos de sus colegas se encontraban haciendo lo mismo ante la incertidumbre de poder seguir trabajando e investigando en Argentina.
“El paso que sigue al postdoctorado es entrar a planta y ser un investigador del CONICET, y con el recorte la competencia en ese momento era cada vez difícil, tenías que haberte destacado mucho para poder entrar porque las vacantes eran muy pocas en comparación por ejemplo a las que se abrían entre el año 2005 al 2014”, explicó Bouzas.En cambio, consiguió una beca de la Agencia Nacional de Promoción de la Investigación para unirse a un equipo de la Universidad de Mar del Plata y estudiar la interacción entre algas antibióticas y unos mejillones pequeños de la costa bonaerense.
Ante el panorama de que el financiamiento de la ciencia en Argentina podría seguir disminuyendo, mientras realizaba su post-doctorado Santiago fue buscando convocatorias y presentando proyectos a institutos de investigación extranjera. Según comenta, para esa época muchos de sus colegas se encontraban haciendo lo mismo ante la incertidumbre de poder seguir trabajando e investigando en Argentina.
Cabe aclarar que tanto la adjudicación de becas como el ingreso a planta se realiza a través de concurso de proyectos y antecedentes, de la misma manera que funcionan todos los institutos de investigación en el mundo. Un recorte en el presupuesto significa que muchos profesionales, con títulos de grado, magíster o doctorados, se quedan sin la posibilidad de continuar sus trabajos de investigación en el país.
“Hoy en día, con Milei, está cerrada la convocatoria, entonces no importa si sos un crack, un genio en lo que haces, no entras porque no se están permitiendo ingresos, tus opciones son, o conseguir un trabajo en el privado o irte afuera para seguir investigando”, comentó, “entonces en los dos años que me quedaban empecé a buscar opciones para seguir investigando afuera”.
Finalmente, Santiago ganó una de las convocatorias para integrarse al laboratorio de Jennifer Brisson del departamento de biología de la universidad de Rochester, Nueva York, y hace cuatro semanas se fue del país para poder continuar su carrera de investigador. Debido al cierre de las convocatorias del CONICET y recortes en el financiamiento de la ciencia, se espera que en los próximos meses y años muchos investigadores argentinos de carrera deberán emigrar del país como lo hizo él.