“Rita” un enorme esfuerzo que valió la pena
Antes que nada, nobleza es acentuar esto, se trata de un esfuerzo enorme. Y decimos enorme por varias razones que trataremos de desplegar a lo largo de este análisis.

Así como la ópera “Rita” de Gaetano Donizzetti, el tema que nos ocupa, no ha sido nunca antes filmada, tampoco Tucumán tiene rutina ni experiencia alguna en ese rubro de ardua elaboración. Esta imponderable circunstancia de ser neófitos hace que, también el elenco y cada artista que intervino en la filmación, esté descubriendo un indudable universo estético en cada secuencia.
Pido al lector que hagamos, antes que nada. una distinción, una cosa es filmar una ópera que se representa en un escenario, otra es filmar una ópera con sentido cinematográfico, es decir, como una película cualquiera. La experiencia es varia, de resultados disímiles y no siempre felices; quedan ya en la historia registros como el “Don Giovanni” de Mozart con dirección de Jean Pierre Ponelle, la “Carmen” de Bizet que dirigió Francesco Rosi, y las increíbles versiones de “La Traviata” de Verdi, “I Pagliacci” de Leoncavallo y “Cavallería Rusticana” de Mascagni todas dirigidas por ese genio llamado Franco Zeffirelli, por mencionar las más acertadas y destacadas filmaciones operísticas en las que los realizadores corrieron el riesgo de filmar un “concierto con trajes”, o “un videoclip demasiado extenso” para haber logrado películas creíbles que no solo valorizan la música sino que “descubren” ingeniosos argumentos.
Los jóvenes realizadores Carlos Vilaró Nadal y Melina Dulci, y la dirección general de Matías Safarsi más la labor de regisseur de Oscar Zamora enfrentaron este desafío. La presencia de Safarsi en la dirección general del equipo, me parece, debió ser clave, considerando que es cantante profesional de ópera y, como tal, el único diestro en las reservas que el género impone; se puede adaptar con libertad, pero hasta un cierto punto. Es ópera, y ópera del bel canto, exquisitamente musical por sobre lo dramático, refinadamente ornamentada desde el canto y con un texto que raramente atraería a un realizador cinematográfico. Un argumento como el de “Rita” tiene humoradas que ya no divierten como lo habrá hecho hace más de casi 180 años; tiene nudos dramáticos que ya no amenizan el hilo argumental y una exhibición grotesca de la trama que, en la sociedad actual, resulta hasta irritante por lo sexista, parcial y descalificador; bofetadas entre esposos, golpes y consejos aleccionadores sobre cómo disciplinar a una mujer, son temas inadmisibles.
Y sin embargo… las melodías de Donizetti fluyen de manera tan natural, libres, espontáneas y matizadas de aguda inventiva y chispeante humor, que el espectador puede contemplar esta pequeña joya, por lo menos, con reverencia y benevolencia y, simplemente, disfrutarla sin rodeos. Decimos pequeña porque es una ópera buffa breve, como se solía decir antes, “por números”, ocho en total, hilvanados con los recitativos y textos hablados. A estos tópicos enfrentó el “equipo” director de la puesta. Veamos.
“Rita”, en esta versión, puede apreciarse como una invitación fílmica muy actual, trabajada, entretenida, y aunque el argumento consiste en una historia que tal como es, ya no tiene gracia alguna, el director Oscar Zamora hace su trabajo re-significando las secuencias desde lo actoral, mientras los directores Carlos Vilaró Nadal y Melina Dulci hacen un juego paralelo con la cámara, este equipo de artistas permite que todo cobre un festivo y jovial sentido y un carácter aleccionador que nos transmite la enseñanza del respeto por el otro, y el de tratar con ternura a quienes nos rodean, para conformar entre humoradas algo frágiles, dinámicas secuencias visuales y una excepcional música, logrando un producto de gran dignidad, de ambicioso porte y que, decididamente, vale la pena ver. Esforzada e imaginativa adaptación; dinámica y entretenida dirección cinematográfica.
La ópera solo tiene ocho números musicales y nunca fue representada en vida de Donizetti; si bien sobre la música no se han realizado modificaciones, respetando el texto en italiano, ha sido el parlato el que ha sido sutilmente retocado para adaptar la obra a la actualidad, contextualizándolo con nuestra época y haciéndolo más accesible y comprensible al público. Los personajes hablan, o lo intentan, como italianos inmigrantes en la posguerra y han emigrado a Tafí Viejo.
El argumento en formato de comedia, está atestado de enredos y entusiastas escenas pasionales, todo gira en torno a la bella posadera Rita (soprano) encarnada por Josefina Viejobueno, quién le hace la vida imposible a su segundo esposo: el torpe y buenazo Beppe (tenor) Facundo Villagrán. Rita se venga en él de todo el mal que le produjera Gaspar (barítono) Marcelo Oppedisano, su primer marido. Si el tal Gaspar la hacía trabajar hasta verla extenuada, ella le hace padecer lo mismo a Beppe. Todo continúa igual hasta que reaparece Gaspar, a quien se creía muerto. Y sucede lo inesperado: ambos maridos se enfrentan no con el propósito de conservarla sino de librarse de Rita.
Los cantantes enfrentan el desafío de evitar lo aprendido para una eficiente actuación en ópera: reducir la gestualidad grandilocuente, evitar el declamato colocado y con proyección (en un ámbito cinematográfico es innecesario), y aproximarse a la actuación natural, con gestos medidos y con riguroso control sobre la exageración, evitando dejarse llevar por el subrayado permanentemente pronunciado de la música de este eximio compositor. No siempre lo logran, pero creo que lo importante es que, como sea, el espectador se sentirá inmerso en la trama como si solo viese una película, más allá de que se trate de una ópera.
No obstante, es cuando ingresan plenamente en los números musicales cuando estos tres estupendos cantantes comienzan a moverse como “peces en el agua”; apoyados en la música, las actuaciones se vuelven convincentes, acertadas y categóricamente operísticas.
El bajo Marcelo Oppedisano, es uno de nuestros mejores artistas, no es solo una gran voz sino un magnifico cantante. Es verdad, esto está apoyado en una grabación en la que puede corregirse todo, pero la redondez de su proyección concreta un sonido generoso y personal que realmente deleita. Ahí queda de testimonio esta grabación, su voz es contundente en el poder de la extensión, de cuerpo lleno, sumamente limpia, timbrada, envidiablemente sana, sin problemas, sin trucos, sin trampas, sin demasiadas cautelas técnicas.

El tenor Facundo Villagrán derrocha simpatía y una gran entrega escénica. De este estupendo trío de cantantes es en quien se nota un mayor trabajo vocal, un gran esfuerzo y una gran conquista. Un rol que exige una voz ligera con agudos crueles y que deben presentarse con belleza, este joven cantante, simplemente, derrocha simpatía y su presencia genera interés y expectativa. Timbre brillante y un fraseo decidido que lo conducen a un lugar feliz como lo hace en el aria “Sono libero, libero, come l’uccellino”.
Nuestra heroína es la soprano Josefina Viejobueno, en un rol complejo, la cantante luce el color y el timbre de su voz, demostrando un gran trabajo técnico, felicitamos la musicalidad de su interpretación y la belleza de su timbre que se luce en cada escena, pero muy especialmente en el aria “È lindo e civettin questo caro alberguccio” en la que se luce por su soltura la gran belleza de su interpretación.
El maestro Oscar Buriek, responsable del acompañamiento en piano (era impensable la orquesta en una situación de Pandemia), ejecuta, con su reconocida precisión las dificultades que presenta siempre una partitura que es una reducción para piano, en que debe asumir efectos orquestales no solo en los acompañamientos sino en los “comentarios” musicales que la obra tiene y en preservar el bello melodismo de Donizzetti con una interpretación pulcra.
La presencia de extras como telón de fondo, agregan verosimilitud a la labor del régie. Es un notable acierto que dinamiza, activa las situaciones y dan color a la puesta.
Es un gran esfuerzo, decíamos, al comienzo de este análisis, un gran esfuerzo de imaginación, un reto, también para el Ente de Cultura en tiempos de Cuarentena para no dejar al demandante público de los Septiembres Musicales sin su postre anual de ópera, y como valor agregado, queda un registro valioso sumamente estimulante y enriquecedor.
En síntesis, si no pudo verla, aún puede hacerlo en los canales (links) que ofrece el Ente, pero no se la pierda, con seguridad, la va a disfrutar.