Triunfó en Italia la alianza de derecha nacionalista y soberanista de Giorgia Meloni
ROMA.- Era una crónica de una victoria anunciada desde hace semanas. Y así fue. Según las primeras proyecciones de los resultados del escrutinio, la coalición de derecha de Giorgia Meloni, líder del partido posfascista Hermanos de Italia, triunfó este domingo en las elecciones legislativas italianas con más del 42% de los votos. Su partido fue el más votado, con el 26% de las preferencias.
Semejante victoria hará que Italia, la tercera economía de Europa, pase a estar gobernada por el gobierno de más extrema derecha, soberanista y populista desde la Segunda Guerra Mundial, algo que crea pavor ya que puede hacer saltar por los aires los equilibrios de la Unión Europea (UE), bloque marcado por la guerra en Ucrania.
La coalición de Meloni, aliada con la derechista Liga de Matteo Salvini y el más moderado Forza Italia, del expremier y magnate, Silvio Berlusconi, tal como habían previsto los sondeos, derrotó sonoramente a la centroizquierda y tendrá una cómoda mayoría en las dos cámaras del Parlamento. Hermanos de Italia superó con creces tanto a la Liga, que cosechó menos del 10%, en un pésimo resultado para “el capitán”, como a Forza Italia, que arañaba un magro 7%.
“Es el tiempo de la responsabilidad. Italia nos ha elegido y nosotros no la traicionaremos, como nunca la traicionamos”, aseguró Meloni cuando apareció, visiblemente contenta, pasadas las 2 y media de la mañana, en el búnker de su partido e hizo un breve discurso de la victoria de tonos moderados, pero patrióticos. “Gobernaremos para todos los italianos, para unir a este pueblo”, prometió, mostrándose no eufórica, sino consciente del momento complejo del país, en el que es esencial “el respeto recíproco y un clima sereno”. “Nuestro gran objetivo es que los italianos estén nuevamente orgullosos de ser italianos y orgullosos de hacer flamear la bandera tricolor”, también dijo la futura premier de Italia, que agradeció luego a sus socios de coalición, a sus familiares y a los miembros de su partido, que demostró que “las apuestas imposibles son posibles”, según destacó. “Es una noche de orgullo, de rescate, de lágrimas, de abrazos, sueños y recuerdos”, también dijo, emocionada por una hazaña histórica de su partido.
Liderada por el expremier socialdemócrata y europeísta, Enrico Letta, líder del Partido Democrático (PD), la alianza de centroizquierda que intentó frenar el avance de la derecha obtuvo tan sólo el 25,9% de los votos en uno de los peores resultados de su historia.
Tal como se preveía según sondeos extraoficiales que circularon en los últimos días, quien hizo una excelente elección fue el expremier Giuseppe Conte. De 56 años y considerado políticamente “muerto” después de que provocó la caída del gobierno de Mario Draghi, en julio pasado, en efecto, Conte logró lo que muchos consideran un “miracolo”. Resucitó, en efecto, al alicaído y antes anti-sistema Movimiento Cinco Estrellas (M5E), que bajo su conducción se tornó una agrupación progresista que le arrebató violentamente votos a la centroizquierda. En lo que representó una virtual “vendetta” o revancha, después de que su segundo gobierno fue “archivado” por el de Draghi, el M5E cosechó el 16,2%. La mitad de lo que había obtenido la fuerza anticasta creada por el cómico Beppe Grillo en las elecciones de 2018, cuando triunfó con el 32% de los votos, pero, igual, un resultado importante y totalmente inesperado.
Antes del imprevisto colapso de Draghi, el 21 de julio pasado, Letta había apostado todo a una “amplia alianza” del PD con el M5E, consciente de que sólo así podría ganarle a la derecha de Meloni, Salvini y Berlusconi.
Pero todo cambió cuando, en un comportamiento considerado “totalmente irresponsable”, repentinamente Conte provocó la caída del gobierno de Draghi. Ya no era un socio confiable. Si bien el gobierno de “super Mario” le devolvió enorme credibilidad a Italia y fue un éxito por su manejo de la campaña masiva de vacunación en plena pandemia, al mismo tiempo fue tachado por las fuerzas populistas como el M5E, Hermanos de Italia y la Liga, como un gobierno de tecnócratas aliado de los grandes poderes financieros y alejado del pueblo.
Así, en efecto, se explica la buena performance de estas fuerzas y, en el caso del M5E de Conte, por su estrategia de haberse concentrado en el Sur de Italia, en la cuestión de la pobreza y en la promesa de mantener la “renta de ciudadanía”, el cuestionado subsidio de desocupación creado por los “grillini”.
El Tercer Polo, una alianza de centro que se pensaba le arrebataría votos tanto a la centroizquierda como a Forza Italia, la pata moderada de la coalición de derecha de Meloni, no hizo una tan buena elección. Formado por el partido Azione del exministro Carlo Calenda e Italia Viva del ex premier, Matteo Renzi, esta agrupación centrista, obtuvo el 7,5%, lejos de una cifra de dos dígitos, como esperaban. El Tercer Polo reivindicó los 18 meses de Draghi y propuso seguir exactamente con la misma agenda europeísta y sin dudas aliada de Washington de “súper Mario”.
Nunca como en esta campaña electoral por elecciones anticipadas inesperadas (la legislatura debería haber terminado en marzo próximo), que por primera vez se dio en plenas vacaciones de verano, la política exterior estuvo tan presente. ¿El motivo? La guerra en Ucrania, en el corazón de Europa, que conmovió a los italianos, que hasta ahora recibieron a más de 100.000 refugiados de esta ex república soviética y que ya empiezan a sentir los efectos devastadores de la inflación y de la crisis energética que generó en todo el mundo.
Tanto es así que, en una estrategia que finalmente no dio el éxito esperado, el PD de Letta planteó la campaña en términos dicotómicos muy netos contra Meloni, con eslogans del tipo “o estás con nosotros o con ellos y Putin” o “estas con nosotros o con ellos y en contra de Europa”.
De no alcanzar el umbral “psicológico” de un mínimo del 20% -las proyecciones le daban el 19,3 de los votos-, se da por descontado que Letta abandonará su puesto de secretario general del PD. Según analistas, esta agrupación hizo el gran error de no conectar con las preocupaciones concretas de la gente. Y se equivocó al plantear la campaña basándose en el temor a un regreso del fascismo, período negro que si bien marcó la historia del país, ya no conmueve, sobre todos a los jóvenes que no lo vivieron y que tampoco temen de que pueda volver.
En un día marcado por mal tiempo y lluvias en toda la península, tal como se temía el partido de la abstención dijo presente. Según datos del ministerio del Interior, a las 23 hora local la afluencia había sido del 63,8%, menor a la de las elecciones de 2018, cuando votó un 72,9 y la más baja de las últimas décadas. Bastante generalizada a lo largo de la península, la abstención, que reflejó ese descontento generalizado y decepción hacia la política y los políticos, fue marcadamente mayor en el sur.
En elecciones que tendrán consecuencias políticas sobre todo en una Europa frágil y asustada por el conflicto en Ucrania, por primera vez los italianos pudieron votaron solamente en una jornada, desde las 7 de la mañana, hasta las 23. En las últimas elecciones, amén del domingo, se había podido votar también buena parte del lunes, algo que, según analistas, pudo impactar en la afluencia.
Otra novedad en este país donde el voto no es obligatorio fue que por primera vez los 50 millones de italianos en condiciones de votar (de los cuales, poco más de 4 millones, en el exterior), lo hicieron por renovar los integrantes de un Parlamento totalmente adelgazado, con apenas 400 diputados y 200 senadores, en lugar de los más de 900 que hubo hasta ahora. Además, los mayores de 18 años por primera vez pudieron elegir, al margen de los diputados, también a los miembros del Senado (antes sólo podía hacerse a los 25 años).
Fuente: LaNacion