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«Yo, Teatro», experiencia de vida, testimonio de pasión

El actor y director Sebastián Olarte presenta su libro «Yo, teatro», un interesante volumen sobre su experiencia personal, su vida, su entrega, sus luchas, y reflexiones sobre el teatro, a quien ha consagrado sus días y sus fuerzas.

El libro “Yo, Teatro” de Sebastián Olarte irrumpe en el medio con el mismo talante que lo hace un actor en el escenario: simplemente, con decisión, con las seguridades de sus certezas, con las oscilaciones de todo artista, en ese columpio en el que siempre, la fuerza del vaivén se funda en el arte en donde todo es posible y permisible, y solo se convierte en válido si hay pasión, entrega, vocación y sacerdocio.

Si bien una autobiografía es un género que promueve el recuento de las principales peripecias de una vida narrada de manera autorreferencial, arraigándose con particular énfasis en contextos vitales notables y definitorios, podemos decir que se le considera una forma de escritura que coexiste entre la literatura y la historia, muy vecino a las memorias, el diario íntimo y la biografía; Olarte sigue estos caminos, pero solo adentrándose en su experiencia en el teatro en forma exclusiva. Es por eso que, además de experiencias y circunstancias existenciales del autor, el lector encontrará cavilaciones, especulaciones y pensamientos teóricos sobre el arte teatral, desde la personalísima mirada de la experiencia.

El autor ha transitado un camino vario y complejo en su experiencia en el arte teatral, y ese rumbo oscilante y pendular le ha dotado del poder de decir, de indicar, de revelar, de denunciar, de polemizar, de disputar el teatro como un espacio en el que se juega la vida, se develan los misterios, se afianzan los vínculos, se diluyen los secretos.

Y es que el arte empodera, no sólo porque el artista sea un elegido capaz de vislumbrar lo que el común de las personas no ve, sino porque los poderes emergen de la lucha, desde las luchas sociales, el anhelo de mayores libertades individuales, de derechos o espacios, y eso hace que este actor haya volcado su energía creadora a la militancia del gremialismo y a la entrega.

No es nuestra intención –en tanto escaparía a nuestra capacidad de análisis- evaluar esa lucha que solo se entiende desde la pasión que, como todo lo pasional, emerge en la controversia, el litigio y el debate; simplemente diremos desde nuestra falta de certezas, que las impugnaciones y controversias son resultantes del ardor y la entrega de quien nos estamos refiriendo, o bien, la experiencia habría resultado insulsa y sin debate.

Para escribir sobre algo como el teatro es necesario haberlo vivido y sentido en tanto es, como decía Chesterton “Haber visto el cielo, estar de pie sobre la tierra, haber estado enamorado,” y eso ya es más que mucho.

Este libro es sumamente personal, íntimo, intrínseco y subjetivo. Nótese, por ejemplo, que el mismo título nos conduce a la experiencia personal y que esta calificación privativa lo convierte en indiscutible y único. Es por eso que es interesante y necesario: estas páginas contienen la experiencia y la mirada de un hombre que conoce el teatro desde la estricta matemática de la producción, las boleterías y el bordereaux, a las tramoyas, los equipos lumínicos, los clavos, las maderas y pinturas, las telas, las pelucas y sombreros, a los refinados y complicados textos, los otros actores, los directores y los críticos.

Borges decía de Almafuerte, a quien admiraba como “el primer poeta argentino”, que había llegado a las mismas conclusiones que Schopenhauer solo que por caminos diferentes aludiendo a la intuición de este último en relación a la erudición del primero. En este caso, el libro aborda complejas miradas de la teoría del teatro, del actor o de la experiencia de la actuación desde la mirada de la experiencia propia y el autodescubrimiento de los complejos mecanismo psíquicos que permiten la actuación escénica. Eso incluye, naturalmente, una mirada sobre la historia del teatro desde una óptica subjetiva en donde está presente hasta la pregunta ¿quién es el público?

Recomendamos la lectura de esta mirada personal pues, porque aporta, porque contribuye desde la palabra de un hacedor innegable del arte teatral tucumano. Se puede o no estar de acuerdo, pero creo, las opiniones debieran ser válidas también desde la experiencia personal; algo así como nos dice el inmortal Horacio: “Si quieres que yo llore, tú primero has de llorar y dar de dolor muestras”, y porque, a fin de cuentas, escribir es un acto de lucidez implacable y la lectura nos hace seres invariablemente mejores.

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