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“Almamula” la película de un santiagueño que cosecha aplausos en el mundo

Basada en una leyenda popular que habita en el monte santiagueño, la película «Almamula» -que se estrenó esta semana en los cines locales- es la ópera prima del director Juan Sebastián Torales.

Nacido en Santiago del Estero y radicado desde sus 25 años en París, el realizador está obteniendo unánimes elogios de la crítica por su filme, que ya recorrió numerosos festivales, según comentó en diálogo con Prensa Multimedios.

El protagonista es un adolescente de 14 años que vive un despertar sexual turbulento. Instalado temporalmente con su familia en el campo, escucha hablar de la leyenda del Almamula, un monstruo que se lleva a los que cometen pecados sexuales.
Cuando terminó de editar la película el año pasado, Torales no se imaginaba que de inmediato sería seleccionada para participar en el Festival de Berlín y eso le cambió la vida. «Creo que he pasado solamente tres semanas en mi casa este año, gracias al recorrido que está teniendo ‘Almamula’ por distintos festivales. Me lo pasé viajando. Ha estado ya en 15 países, ha logrado una distribución en Europa y se va a distribuir en Estados Unidos también».

 
– El terror es un género difícil, pero este filme también tiene un contenido relacionado con otros conflictos.

– Sí. La idea era no encasillarla en un género, sino tirar una soga al espectador para que vaya descubriendo qué es la película: más una obra de sensaciones, de emociones, que incomoda, que sorprende, y me parece que el cine es eso. Sorprender al espectador más que meterlo en una casilla donde sea todo predecible y cómodo, sino interpelarlo, incomodarlo, sorprenderlo.  

– Se dice que al mito lo instaló la Iglesia, para reprimir la libertad sexual de los indígenas.

– Así es. Yo para escribir el guión me informé sobre el origen de la leyenda y llegué a la conclusión de que muchas están ligadas a todo lo que atentaba contra la moral que imponía la religión. Esa es la parte que más me fascinó. El por qué perdura la leyenda. Pero contarla con otros protagonistas, no castigar siempre a una mujer y transformarla en un monstruo. Modificar esos patrones patriarcales y darles otro valor.

 
– ¿Cómo fue tu formación y trayectoria en el cine?

– Estudié cine en Córdoba y a los 25 años me fui a Francia, tratando de buscar resultados y tiempo para crear. Aquí tenía una vida de mucho trabajo, pero no tenía tiempo para crear algo artístico. Era un trabajo alimentario, que me enseñó mucho, pero elegí irme a Francia porque es un país que apoya mucho a la cultura. Es la tercera potencia mundial en cine. Un lugar que uno se siente valorado como artista.  

– ¿Cómo surgió la idea de «Almamula»?

– Cuando ya habían pasado 12 años de estar viviendo en París, como ocurre con los músicos que componen una chacarera a partir de la añoranza y el desarraigo, extrañaba mucho a Santiago, a mi familia, y decidí empezar a escribir sobre los recuerdos, sobre el niño que fui, sobre las vivencias de la adolescencia. Me di cuenta de que había heridas que no estaban sanadas y tenía ganas de hacer un proyecto que me uniera a Santiago para siempre. Quise hacer una carta de amor a mi provincia para sanar al niño que fui.

– ¿Qué otros proyectos tenés en vista?

– «Almamula» es la primera película de una trilogía sobre el monte santiagueño. En este momento estoy escribiendo la segunda, no puedo decir mucho, pero es una historia que me emociona mucho. No es sobre mí sino sobre otros ámbitos que me fascinan. Creo que va a ser una película sorprendente.  

– Toda esta mitología y este folclore santiagueño es algo muy presente e intenso en la cultura de tu provincia.

– Sí. Santiago tiene una mística inexplicable. Conozco muchos santiagueños que, como yo, viven afuera y están todos muy arraigados a la tierra de origen. Estamos como encantados por Santiago. Hay una necesidad siempre de volver. Es como un inframundo, un pozo místico al que uno necesita volver siempre.  

 
– ¿La película fue filmada en Santiago?

– Sí. En un 95%. Hay un 5% que se filmó en Córdoba, que ayudó en la producción. El resto lo filmamos en el barrio donde crecí, en Andes y Colón, y en localidades del sur: Los Cardozo, San Pedro, Tuama, Sumamao… La película muestra diferentes tipos de montes, desde algunos bien verdes hasta otros bien oscuros para hacer una progresión dramática. Así que hemos recorrido todo el monte del sur de Santiago para construir la historia.  

 
– ¿Qué referentes cinematográficos reconoces a lo largo de tu vida?

– De chico me gustaban mucho las películas clase B, las de terror de bajo presupuesto, y después el cine de autor europeo. Las películas que te dejan pensando, las de finales abiertos, las que te interpelan, como las de Lars Von Trier o las de Michael Haneke. Pero también traté de separarme de los referentes para hacer «Almamula».

Fuente:Multimedios Prensa

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