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Insomnio: una mirada desde la BioNeuroEmoción

A quién no le ha ocurrido alguna vez que se ha acostado y se ha pasado la noche dando vueltas y vueltas en la cama sin conseguir conciliar el sueño? La cama es para descansar. Llevar hasta allí la tensión del trabajo, las preocupaciones y los problemas acumulados del día, nos mantendrá en estado de alerta y el insomnio no tardará en aparecer para deteriorar notablemente nuestra calidad de vida.
Es esencial preservar la fase de descanso y la calidad de éste. Sólo con un descanso satisfactorio y suficiente conservaremos la energía y podremos mantener la atención y la actividad durante el día. El déficit de sueño, si se mantiene, acaba manifestándose tarde o temprano. Aparece somnolencia diurna, baja concentración y, consecuentemente, la incapacidad para poder estar activo a lo largo del día. Además, la falta o mala calidad del sueño también puede acabar provocando depresión, irritabilidad, dificultades de memorización, desorientación existencial, entre otros factores.

Insomnio: expresión de miedo, inseguridad, culpabilidad y angustia.
El insomnio no es otra cosa que ausencia anormal de sueño, ya sea la dificultad para iniciarlo o para mantenerlo. Según el momento en que se manifiesta esta anomalía, podemos considerar insomnio inicial (o de conciliación) cuando el problema radica en conciliar el sueño, insomnio intermedio (o de mantenimiento) si la persona se despierta frecuentemente durante la noche, o insomnio terminal (o despertar precoz o insomnio matinal) cuando el problema consiste en despertarse muy temprano por la mañana.
Según la duración de esta enfermedad, se considera insomnio agudo (o transitorio) si dura menos de cuatro semanas; subagudo (o a corto plazo) si se prolonga entre cuatro semanas y seis meses; o crónico si su duración es superior a seis meses.
Si tenemos en cuenta la severidad el insomnio, podemos distinguir entre leve (o ligero) cuando repercute mínimamente en la calidad de vida de la persona afectada; moderado, si se da cada noche y se traduce en fatiga e incremento de irritabilidad y ansiedad; y severo (o grave) cuando los síntomas se manifiestan de manera más grave y afectan profundamente a la calidad de vida.
Comúnmente, se consideran como causas del insomnio trastornos psiquiátricos como la ansiedad y la depresión, las alteraciones del ritmo circadiano, la ingesta de ciertos anticonceptivos, las circunstancias y situaciones que generan estrés, las características del lugar en el que se descansa, los cambios frecuentes en los horarios de descanso, los hábitos alimenticios poco saludables, así como el consumo excesivo de té, café, alcohol y tabaco.
Es habitual la prescripción de fármacos para tratar el insomnio, sin embargo el tratamiento farmacológico debe evitarse porque, además de crear dependencia, sólo sirve para atacar la manifestación del problema, no la raíz del mismo. La Descodificación Biológica del insomnio aporta las claves para comprender el sentido y origen de esta enfermedad en cada caso y así poder afrontarla y resolverla de manera satisfactoria y definitiva.

Descodificación del insomnio

Desde el punto de vista biológico, el insomnio manifiesta, ante todo, la existencia de miedo; la necesidad de permanecer alerta. La persona que padece insomnio vive con una inseguridad profunda y, por ello, siente la necesidad de tener un control permanente: vigilar. Cuando dormimos, nuestras facultades mentales también descansan y, lógicamente, bajamos la guardia. Esto nos hace más vulnerables. Por eso, inconscientemente, la persona que vive con inseguridad y miedo permanece constantemente alerta para no perder el control, para no mostrarse nunca vulnerable ante lo desconocido, ante los peligros que siente que le acechan. Esa es la razón por la que la persona que sufre insomnio mantiene ocupada su mente –inconscientemente- con todo tipo de ideas, problemas y situaciones para impedir que se instale el sueño reparador.

Debido a esa inseguridad profunda que preside sus vidas, se trata de personas con dificultades para tomar decisiones. Frecuentemente, asociadas a esa inseguridad, también se presentan angustia, ansiedad y culpabilidad. A menudo, el insomnio está estrechamente vinculado con la culpabilidad cuando –inconscientemente- la persona siente que no merece el placer de descansar porque se siente culpable de no tener éxito en la vida, del mal funcionamiento de su vida de pareja, de no hacer todo lo posible por sus hijos, etc.
El insomnio también es la manifestación biológica de un sentimiento de desconfianza en el proceso de la vida. Evidencia, la existencia de pensamientos negativos, de apatía. Lo que se ve y lo que se siente no es del agrado de la persona afectada.
Habitualmente, en el insomnio hay un fuerte componente transgeneracional que se debe buscar y analizar a través del correspondiente estudio del árbol genealógico. El insomnio suele ser la manifestación de conflictos transgeneracionales no resueltos en su día que, precisamente por ello, se han venido transmitiendo de generación en generación. Conflictos activos relacionados, sobre todo, con muertes traumáticas o inesperadas de un o algún miembro del clan familiar. Fallecimientos que no pudieron ser velados o a los que no se les pudo hacer el duelo en su momento. Pérdidas a las que el clan familiar no ha encontrado ni explicación ni justificación. En estos casos, hay que analizar la posible afinidad transgeneracional entre el fallecido y la persona afectada (si son dobles) porque el insomnio cobra el sentido de estar velando al miembro del clan trágicamente desaparecido que sigue esperando el duelo por su muerte.

¨QUIEN NO PUEDE DORMIR ES PORQUE CREE QUE DEBE VIGILAR¨
Bert Hellinger
Nota elaborada por la Lic. Cecilia Carrizo El Ali (colaboradora sección estética y belleza)

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